Capítulo 11

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—¿Cómo te atreves a reemplazarme por Luke?— Liam actuó ofendido y una mano sobre su pecho, exagerando la situación.

—Es mejor profesor que tú— dije—. ¡Tú no me explicaste nada!

—Eso fue tu culpa, no parabas de distraerte— me acusó.

—Porque me aburres— bromeé.

—¿Te llevas bien con él, verdad?— preguntó Megan movimiento ambas cejas pícaramente.

—Sí, es buen chico... me agrada— me encogí de hombros.

—Y es lindo...— agregó esperando a que algo mas saliera de mis labios.

—¿No estarás insinuando que...?— fruncí el ceño haciendo que mi amiga soltara una carcajada.

—Es un idiota— nos interrumpió Liam—. Todos ellos lo son, incluido tu hermano. Sin ofender.

—Está celoso porque lo reemplazaste— susurró Megan lo suficientemente fuerte para que el chico también oyera y soltara un bufido, haciéndonos reír.

—Cuando desapruebes el examen te arrepentirás mucho— me señaló Liam y luego volvió su vista al frente, haciéndose el ofendido.

La clase estaba por comenzar.

[...]

Luego del instituto decidí volver en autobús ya que no me apetecía mucho viajar en el coche con los simios. Ademas, era algo que me relajaba bastante. Me ponía los auriculares y reproducía música que hacía cualquier situación mucho mas placentera.

Cuando llegué a casa, ninguno de los chicos estaba, lo cual me pareció un poco extraño pero preferí no indagar mucho y limitarme a disfrutar de la soledad. Sería bueno mientras durara.

Me lancé en el sofá tan rápido como pude, soltando un suspiro de alivio en el proceso. Prendí la televisión y comencé a reproducir la serie que estaba viendo. No duró mucho la tranquilidad, ya que no habían pasado ni diez minutos cuando el timbre de la casa se hizo oír.

Gruñí mientras me levantaba de mi cómoda posición y me pregunté quien podría ser. Cuando abrí la puerta estaba Luke parado del otro lado, con los ojos llorosos, pero evitó el contacto visual cuando se dio cuenta de que había notado su estado.

Carraspeó la garganta y habló.

—Gracias, olvidé mis llaves.

—¿Estás bien?— le pregunte algo preocupada, cerrando la puerta detrás suyo una vez que entró.

—¿De qué hablas? Estoy perfectamente bien, ¿por qué no lo estaría?— soltó un poco a la defensiva, confirmando que había algo que andaba mal pero no quería decirme.

—¿Seguro...?

—Voy a mi cuarto— me interrumpió y subió las escaleras rápidamente, largándose de la conversación.

No quise molestarlo, se notaba que no le apetecía hablar de aquello y quise respetar su decisión, por lo que volví al sofá a seguir con la serie, aunque me costó un poco prestar atención debido a que me preocupaba un poco lo que le había pasado al chico para que llegara casi llorando y solo a la casa. Tal vez obtendría respuestas cuando el resto de los simios llegaran.

No me di cuenta cuando me quede dormida en el sofá transcurridos varios capítulos de la serie. Si había algo que era recurrente en mí, era quedarme dormida en cualquier lugar, especialmente en el sofá mirando televisión. Aunque debía acostumbrarme a dejar aquel hábito de lado aquí, ya que la presencia de un grupo de chicos me incomodaba un poco. 

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