Sami
¿A qué sabe lo prohibido, lo incorrecto, lo inmoral? No podría encontrar una palabra que respondiera a esa pregunta, no obstante, si pudiera decir algo es que es delicioso. Que hace correr tu sangre a un ritmo desenfrenado y golpea tu corazón haciéndolo dar brincos abruptos dentro de tu pecho. Justo ahora mismo siento eso viendo a Joss mirando a todos lados por si algún conocido nos ve.
Sonrío mientras con mi dedo realizo figuras sobre su pecho, o más bien, sobre la tela que lo cubre. Han pasado tres días desde que mi querido pintor puso sus tontas reglas. Desde entonces se ha dedicado a mantenerme siempre ocupada, y pese a que no ha sido como quisiera, puedo decir que extrañamente ha estado dando resultados.
Aquella tarde Joss volvió a llevarme a la pista de patinaje de hielo, esta vez sí que lo disfruté. Ayer me llevó al acuario, según él sigue recordando lo maravillada que estaba una vez que me llevó allí cuando era niña. Al principio me molestó que me recordara que me llevaba quince años como si eso fuera un delito, pero al final disfruté el paseo enganchada a su brazo.
Cuando nos sentamos en un banquillo agotados por el recorrido, le zampé un breve beso en los labios. Cosa que lo horrorizó por estar en un lugar público. Me regañó mientras yo me reía sin poderlo evitar. Se suponía que yo era la infantil, pero él actuaba como un niño a quién lo acababan de sorprender haciendo una travesura.
Ahora estamos en el parque más retirado que encontramos, claro, por su miedo a ser vistos. Le dije que quería follar y me invitó a caminar. Rodé los ojos, pero no pude resistirme. Es increíble que las cosas más sencillas resulten tan agradables cuando son con las personas indicadas.
Justo ahora estamos acostados debajo de un árbol gigante, y pese a su negativa, me las he ingeniado para posar mi cabeza sobre un lado de su pecho. Huele tan bien y me da ternura su actitud preocupada.
—Relájate, Joss —le digo casi en un susurro, mientras sigo haciendo trazos incongruentes sobre la camiseta negra de mangas que lleva puesta.
Suspira.
—Me estresa que alguien pueda vernos.
—Pues deja de estresarte. —Levanto la cabeza, coloco la palma de mi mano sobre sus pectorales y reposo mi mentón sobre ella para poder verlo.
—Ojalá fuera tan fácil, Sami.
—Lo fuera si no pensaras que estar así conmigo es un error.
Me mira y tira de un mechón de cabello rubio.
—No me puedo creer que hayas cambiado tanto, niña.
—Vuelve a decirme niña y te como la boca delante de todo el mundo.
Se ríe negando con la cabeza. Y me resulta tan extraño como placentero que me rodee la cintura con un brazo.
—¡Me gustas mucho! —suelta de repente. Y un segundo después veo el arrepentimiento en sus ojos, pero no le doy tiempo a sopesarlo.
—¿Tanto como para follarme?
—Sami...
—¿Qué? Me tienes a pan y agua, Joss.
Suelta una carcajada.
—Por Dios, eres insaciable.
—¿Insaciable? Pero si solo me has follado dos veces desde hace tres días cuando pusiste esas «reglas endemoniadas».
Niega con una sonrisa burlona en los labios.
—Sabes por qué lo hago —dice acariciando mis costillas con los dedos.
ESTÁS LEYENDO
ÉXTASIS (Terminada) +18
Romance¿Por qué lamerse las heridas cuando puedes sanarlas a punta de orgasmos? Samanta Él es mi mayor deseo, mi fantasía más anhelada, y no me detendré hasta conseguir lo que quiero, aunque tenga que volver a darle carta blanca a todas mis sombras. Joshu...