Capítulo 13

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Joss

Mis manos se mueven con rapidez sobre el lienzo. Me duele la cabeza, pero no puedo parar. Llevo rato con una imagen en mente y necesito sacarla o terminaré enloqueciendo.

Debería estar en las nubes luego de follarme a Evelyn, pero tengo algo atascado en el pecho. Muevo el pincel con sus hebras cubiertas de pintura roja formando los dos pequeños triángulos. Flexiono la muñeca cuando empiezo a rellenarlos. Me toma horas que la imagen en mi cabeza tome forma, pero empieza a hacerlo.

Dejo un momento el pincel y enderezo la espalda, algo cansado. Escucho un auto estacionarse frente a la casa y me pongo de pie, me voy a la ventana y descubro el taxi que espera. Un minuto después la veo. Se detiene debajo de la lámpara de la entrada y ve algo en la pantalla de su móvil. Mientras tanto, no puedo evitar escanearla, lleva un vestido negro con escote en el pecho que apenas le llega a los muslos. Sobre los hombros tiene un blazer azul y está calzada con unos botines negros de cordones. Lleva el pelo suelto a un lado y desde aquí no puedo verlo, pero juraría que lleva maquillaje de noche. ¡Dios! Se ve preciosa incluso en la distancia.

Se sube al auto y pronto el taxi desaparece por la carretera. Sé que dijo que saldría, pero no pensé que se fuera tan rápido; apenas ha caído la noche. Sacudo la cabeza cuando sus palabras en la pista de hielo me atraviesan como una flecha.

Me vuelvo a sentar frente al lienzo y recupero uno de mis pinceles. Ignoro el hambre que me carcome el estómago y agilizo mi tarea. Estoy inspirado y no sé de dónde me ha salido. Al menos, no hasta un par de horas después cuando todo cobra sentido.

—¡Joder! —El pincel se me cae al suelo cuando soy consciente de la obra que acabo de crear.

Sobre el lienzo hay una mujer sin rostro, pero su cuerpo es más que suficiente para saber de dónde carajos salió la imagen. Un diminuto bikini rojo adorna el cuerpo moldeado. Creé sus curvas como si mis dedos las conocieran desde siempre. El cuerpo lleva una botella de cerveza en la mano y una toalla en la otra. Va descalza y tiene un lunar cerca del ombligo. Y aunque el tatuaje de mándala brilla por su ausencia en el medio de sus pechos redondos, sé bien quién es: Sami.

Salgo del trance cuando alguien toca la puerta. No tengo que ser adivino para saber que es Kamila, pero estaba tan concentrado en la pintura que no escuché su auto llegar. Antes de abrir, volteo mi obra para que no pueda verla ni siquiera por error.

—¿Qué quieres? —inquiero, parándome en el medio de la puerta.

—No me jodas, Joshua, ¿cuándo vas a dejar de ser tan cretino conmigo? —Se cruza de brazos.

—Cuando tú dejes de ser una manipuladora y me des el jodido divorcio —le suelto.

—¡Bruu! —resopla—. Quiero hablar contigo, es importante.

—¿Es del divorcio?

—No.

—Pues entonces no tenemos nada de qué hablar. —Me giro para volver dentro.

—Es sobre Sami...

Mis pasos se detienen, al igual que el aire que transitaba por mis vías respiratorias. No le debo nada a Kamila, pero solo pensar que ella note cómo he mirado a su sobrina, o peor aún, que sepa lo que pasó en la pista, me aterra. No soy ese tipo de hombre. Odio las mentiras, el engaño y las verdades a media.

—¿Qué pasa con Sami? —La encaro.

—Es que... —Se muerde el labio inferior, mira al piso y balancea el peso de su cuerpo de un pie a otro, la conozco demasiado bien para saber que está nerviosa.

—Kamila...

—En unos días tengo que viajar por dos semanas. Una de las empresas más importantes que represento, abrió una cede en otra ciudad y están teniendo problemas legales. Debo poner todo ese desastre en orden y necesito que, mientras no estoy, estés pendiente de Sami.

ÉXTASIS (Terminada) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora