No Time To Die || Sirius Black

i. Reencuentro

1 de septiembre de 1971

Hoy era el día; hoy iba a ir a Hogwarts por primera vez, y no podía estar más emocionada. Lo mejor de todo, es que iba a ir con mi primo: James Potter.

Él era mi mejor amigo desde que tengo memoria, y siempre ha estado para mí, incluso cuando me mudé a Francia debido al trabajo de mi padre.

Todavía recuerdo cuando le conté que me iba del país, aunque hayan pasado cinco años, era uno de los momentos más dolorosos y complicados de mi vida, y esos se quedan grabados en tu memoria.

Estaba en camino a casa de mis tíos; hoy les diríamos que nos teníamos que mudar por el trabajo de mi padre. No sabíamos si esto era temporal o sería para siempre.

Yo no quería que eso pasara, no me quería alejar de ellos, eran mi familia, y aunque nos visitaríamos, no sería lo mismo; solamente nos veríamos por fiestas, o por algún cumpleaños, o ni eso. Necesitaba quedarme con ellos.

James era mi primo, pero era como un hermano, lo quería demasiado como para alejarme de él y verlo dos o tres veces al año.

Llegamos a su casa y tocamos el timbre. Mi tía abrió con una gran sonrisa, yo me acerqué y la abracé con fuerza, ella se sorprendió, pero aun así me abrazó igual.

—Vaya, no os esperábamos hasta dentro de unas horas, pero pasad —abrieron la puerta del todo y nos dejaron pasar.

Fuimos a la sala donde estaban Fleamont leyendo El Profeta y James leyendo uno de sus comics. El primero en percatarse de nuestra presencia fue James, quien rápidamente dejó el cómic aparte y se acercó a mí corriendo para abrazarme.

—Kath, te tengo que enseñar el nuevo juego que me han regalado mis padres, todavía no lo he abierto porque te estaba esperando para jugar juntos —dijo con una sonrisa después de separarnos del abrazo—. Mamá, ¿podemos ir a mi cuarto a jugar? —Euphemia asintió y entonces James tiró de mí hasta su cuarto.

Sacó una caja enorme de su armario y la dejó en el suelo. Yo me senté enfrente de James, mientras él abría el juego. Sus ojos tenían un brillo que no muchas veces le vi; estaba demasiado emocionado. Yo sonreía, me alegraba mucho ver a mi primo feliz, pero cuando recordé que le tenía que decir que me iría, se me borró la sonrisa de los labios y agaché la cabeza.

—¿Está todo bien? —me preguntó él, que se había percatado de mi repentino cambio de humor, yo negué—. ¿Qué pasa? Sabes que me puedes decir cualquier cosa.

—Lo que pasa es que me voy —él me miró entre confundido y triste—. Nos vamos a mudar James, le ofrecieron un mejor puesto a mi padre en el Ministerio de Francia —él me abrazó con fuerza.

—No quiero que te vayas Kath.

—Yo tampoco quiero irme James —ambos lloramos en silencio.

Ahora me encontraba caminando por King Cross, yendo hacia el andén 9 3/4. A la entrada del andén había quedado con James, para pasar juntos la barrera de la que tanto me hablaron mis padres y tíos.

Al llegar allí, no había rastro de mis familiares. Yo, con nerviosismo, empecé a morderme las uñas. A pesar de que quedasen tres cuartos de horas para que parta el tren, me daba miedo que sí James tardaba mucho, íbamos a perder el tren y no ir a Hogwarts.

No pasaron ni quince minutos, cuando los vi a lo lejos. Fui corriendo hacia mi primo, y cuando llegué junto a él lo abracé con fuerza.

—¡Kath! —habló él con entusiasmo, mientras me correspondía el abrazo—. No me puedo creer que vayamos a Hogwarts.