bonita ✿ guapoduo

1

Roier.

Al igual que otros adolescentes gays, fui engañado por la típica mentira de "primer amor".

No tenía nada más que 15 años cuando empecé a conocer, en la escuela media, a mi compañero de salón, Spreen. Era como cualquier otro chico guapo e inteligente pero que no perdía ese toque de ser el mayor desastre del aula, siempre rodeado de amigos y amigas porque eso es lo que a él le gustaba, yo incluso era uno de sus amigos más cercanos. Mucho muy cercanos podía decir yo. Tenía contada las veces que a escondidas de todos, él demostraba su fragilidad y como era su verdadero yo.

De esas veces que su semblante pedía a gritos ser abrazado y escuchado por un amigo verdadero, o por el tonto Roier se quince años.

Muchas veces pude ver que el tenia acercamientos más "íntimos" conmigo que con cualquier otra person, claro, como ahora todos podían decir que chicos y chicos jugaban así por mera diversión pero claramente para mi nunca lo fue. Desde muy pequeño he tenido muy en claro lo que era ser un "maricon" y estar rodeado de ellos.

"Fenómenos hijo de dos hombres".

"Dios castigará tu familia, blasfemo".

"De seguro su mamá lo abandono por la infidelidad de su esposo, una vergüenza que haya sido hombre". Tantas cosas que recordaba desde pequeño que no podía olvidar.

De pequeños gestos comenzó mi enamoramiento por Spreen, y también mi final como persona.

Antes de volver a recapitular toda mi vida mejor quise apagar el sonido nefasto del celular.

Mi alarma sonaba exactamente a las cinco en punto de la madrugada, era la hora a la que siempre me levantaba para arreglarme. Eran un montón de cosas que tenía que hacer para tener una cara limpia y que se viera joven, bella.

Mi rutina era darme mi baño reparador, un skincare y mi ligero maquillaje de casi siempre, que no pasaba del delineado sutil y una sombra que le diera brillo a mi mirada.

Después me pasaba a elegir el conjunto de ropa que más me favoreciera y me gustará para así imaginarme los miles de cumplidos que podía recibir al pasar el día. Me cambiaba y bañaba en perfume para bajar y poder ver a uno de mis padres, Vegetta, quién siempre era el primero en levantarse y el primero en irse a dormir, como probablemente cualquier padre ya.

Mi familia y yo a este punto de la vida ya teníamos una rutina sana, que era: levantarnos a la misma hora y desayunar, ordenar nuestras cosas y después irnos a la escuela y nuestros padres a su trabajo como era indicado. Ambos como eran los jefes no podian darse el lujo de llegar tarde pero tampoco de faltar cada vez que les de la gana.

Cuando fui a sentarme, un plato con un desayuno americano me recibió.

"Papá Foolish" Pensé.

— No comas tan rápido y no dejes el plato lleno, iré a levantar a Leo.— Me dió un beso en la frente y salió rápido.

Comencé a comer y fue buena idea matar el tiempo mirando un poco de mi teléfono.