Bruce Banner no lo entiende. Le encantaría poder decir que le resulta una sorpresa el encontrarse a su esposo bebiendo alcohol a altas horas de la noche. Sin embargo, hacía ya varios días que la situación es la misma.
Él pregunta, Barton no responde, él se cansa de intentar.
Muchos años atrás prometió no rendirse con el arquero pero, ahora que toda la familia recae solo sobre él, no encuentra otra manera de sobrellevar las cosas.
Le duele mucho ver al rubio así, pero le duele todavía más saber que aquello también esta lastimando a sus hijos. Y si tiene que elegir entre su marido o los niños, siempre elegirá a los niños. Sabe que Clint haría lo mismo.
Clint... Clint tiene tres hermosos hijos pequeños, cuatro contando a Kate Bishop, quien se adoptó sola a la familia de pájaros. Cinco si se tiene en cuenta, en ocasiones, a Wanda Maximoff.
¿Y él? él tiene dos maravillosos hijos a los cuales también cuidar, lo que significa que entre ambos son padres de siete desmadrosos pequeños.
Lo que más le duele al pelinegro es darse cuenta que este desliz de parte del arquero comenzó cuando decidieron vivir todos juntos. Es decir, cuando la paternidad de cinco personas subió a siete hace ya dos semanas atrás.
¿Es que acaso su pareja no quiere ser padre de sus hijos? ¿no les agradan por ser distintos? ¿les tiene miedo? ¿rechazo? ¿estará arrepentido de haber formado una familia junto a él?
Sus ojos se llenan de lágrimas y su corazón se acelera, mientras continua mezclando la salsa para la cena de aquella noche. Él no quiere romperse, no puede hacerlo. No debe permitir que Hulk salga a hacerse cargo del asunto.
Pero duele tanto sufrir de tantas dudas y ser incapaz de encontrar respuestas. ¿Por qué su esposo le negaría respuestas? ¿oculta algo? ¿por qué rechazaría a sus hijos, si lleva años de conocerlos? ¿Ninguna relación entre ellos ha cambiado, verdad? Solo han decidido mudarse todos juntos... ¿y si se dio cuenta que los tolera, pero no para convivir con ellos todos los días?
Con un crujido la cuchara de madera se parte en su mano, y el gruñe en consecuencia. Esta actuando como un perro rabioso a punto de atacar a su presa.
—¿Papá? —pregunta Nathaniel. O si, el menor de los Barton se ha pegado a Banner desde que su padre decidió ausentarse constantemente en la casa —¿quieres a Lucky?
Si antes no estaba llorando, ahora definitivamente lo hace. Toda la familia es consciente de la capacidad del perro pizza de animar y consolar a Clint durante sus peores días. De alguna manera Nate creyó que "aquella magia" funciona para todos.
No puede destrozar las esperanzas del menor, entonces él asiente. Sonríe al escuchar la vocecita de su hijo llamando al perro. Y luego las patitas de Lucky derrapando por toda la sala, hasta azotar de hocico contra sus piernas.
Bruce se agacha, tanto a la altura de Nate como del perro, para poder abrazarlos a ambos. Su respiración se calma lentamente mientras el niño rodea su cuello con sus pequeños brazos y el perro le lame todo el lado izquierdo de la cara.
Tan solo un minuto después carga en brazos a Nate, ambos riendo al ver como Lucky se para sobre sus patas traseras y exige ser alzado también.
Cuesta más de lo que debería, jodido perro gordo y peludo, pero Banner finalmente se las arregla para cargar con un brazo a Nathaniel y con el otro al perro pizza.
La tarea de cocinar pastas para la cena es rápidamente relevada por una joven Wanda. El pelinegro asiente a modo de agradecimiento, asegurando que mandará a Clint para cuidar y ayudarle al respecto.
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