el secreto de Valentín

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hacía ya unos meses que valen guardaba un secreto. sus amigos no tenían idea ni sospechaban nada al respecto, lo que no era para nada sorprendente ya que cada uno vivía en su propio mundo, y muchas veces ignoraban pequeños detalles que podrían llegar a delatarlo.

cada miércoles Valentín tenía las tardes ocupadas. más de una vez llegaba dos horas tarde a la pileta de mati o a la casa de cualquier otro a jugar a la play, pero sus amigos no habían indagado mucho en el motivo de los misteriosos miércoles de Valen.

tampoco notaban como solía tener las uñas con mugre, o la ropa sucia con pequeñas manchas marrones, como le sonaban las muñecas al intentar masajearlas con cuidado o la cantidad de tiempo que pasaba mirando su celular, usando una aplicación que, según nacho, era re de gay.

aquel miércoles, cerca de las tres de la tarde, Valentin se subió a su bicicleta y emprendió el mismo camino de siempre. el calor le quemaba las mejillas y la tierra parecía a punto de partirse al medio, pero no nada en el mundo iba a evitar que aquel muchacho llegase a tiempo a su destino.

unos minutos después llegó y ató su bicicleta con candado a un bicicletero a pocos metros de la entrada. se acomodó un poco la ropa y se dirigió a aquella hermosa casa antigua. si bien estaba un poco deteriorada por el paso de los años, Valentin estaba fascinado con aquel lugar, y siempre se decía a sí mismo que cuando creciera viviría en un hogar como aquel.

con sus nudillos, golpeó con firmeza la gran puerta de madera y esperó a ser atendido. los pasos se empezaron a escuchar del otro lado y se paró lo más derecho posible, preparando su mejor sonrisa.

- ¡valuu, querido! - lo saludó una mujer de unos sesenta años con emoción - pasa, pasa. las chicas ya están, te estabamos esperando.

Valentin saludó con educación y encanto, tal como su madre le había enseñado, y acto seguido la mujer le dio espacio para que pudiera atravesar la puerta.

- permiso - pronunció antes de comenzar a caminar hacia la galería en el patio, donde se reunían todas las semanas. detrás suyo la mujer cerró la puerta y comenzó a caminar detrás de él.a medida que se acercaba a la galería pudo escuchar el bullicio de voces femeninas en aumento, junto a la suave melodía de una bachata sonando en la radio.

- ¡valen!

-¡buenas tardes, jovencito!

- mi cielo, ¿como estás?

las mujeres saludaron a varios con su característico entusiasmo y dulzura, como si él se tratase de un nieto más.

- hola, graciela. buenas tardes, lore. yo bien, silvia, ¿y usted? - el chico saludó a cada una de ellas antes de sentarse en su respectivo lugar, donde fue recibido con un mate y un pedacito de budín.

- bueno, ahora que estamos todas, podemos ir empezando - anunció la dueña del hogar y profesora, claudia. el gran secreto de Valentín es que tomaba clases de cerámica e, increíblemente, se le daba de maravillas.

-¡por favor, lorena! ¿vos viste lo que es ese jarrón que está haciendo el nene valen? - exclamó silvia, posando una mano sobre su pecho con dramatismo.

- ay, silvia, por favor - dijo el colorado sonriendo su tetera está de infarto, no quiera hacerse la humilde.

todos los presentes rieron y la clase siguió su curso como siempre, entre risas, mates y chismes.

Valentin había empezado con aquel hobby con intenciones de ayudar un poco a apaciguar su ansiedad. mantener las manos ocupadas, poder pegarle con fuerza a la arcilla de vez en cuando y crear cosas útiles por sí mismo lo ayudaban mucho jarrones, platos, jaboneras, pequeñas esculturas, ahlajeros, ceniceros y miles de cosas más. al final de cuentas, todos salían ganando.

cuando la clase llegó a su fin, Valentin le entregó con cuidado su jarrón recién pintado a claudia para que lo horneara. el resto de las mujeres guardaron sus cosas en sus respectivos lugares y, todos juntos, salieron a la vereda hablando sobre la clase.

Valentin estaba conversando con lorena animadamente mientras desencadenaba su bicicleta cuando una camioneta frenó junto a ellos.

¡ah, mi hijito! - suspiró lote y dejó un beso en el cachete de la persona en el asiento del conductor, que tenía la ventanilla baja y un brazo posicionado fuera de ella - nos vemos el miércoles que viene, valen - lo saludó la mujer antes de dar lavuelta al vehículo para subirse al mismo.

cuando Valentin alzó la mirada para saludar a la mujer, casi se desvanece en medio de la vereda.

el chico que estaba en el asiento del conductor, el hijo de lorena , su querida compañera de cerámica, era Agustín.

Agus lo estaba mirando con una sonrisa burlona, aparentemente conteniendo una carcajada.

- mira donde te vengo a encontrar - dijo en modo de saludo. Valentin sabía que su rostro en esos momentos estaba mas colorado que su cabello.

-¿¡se conocen!? - se escuchó a lorena chillar desde el asiento de copiloto.

- sí, ma - afirmó Agustín sin dejar de mirar a un valen que se veía muy pequeño, muy tierno,parado en medio de la vereda con el candado de la bicicleta en mano y con manchas de pintura en los brazos y su rostro.

- hola - se las arregló por pronunciar Valentin, sin saber como excusarse. le daba muchísima vergüenza encontrarse a Agustín en esa situación, especialmente por el hecho de que ahora él sabría que su pasatiempo era hacer tazas y chusmear con viejas.

-¿te veo este viernes? - preguntó el morocho ignorando las preguntas de su madre sobre de dónde conocía al "nene valen".

- no sé - admitió el menor. realmente no había hablado con Matias sobre el tema, así que no sabía si irían o no. esperaba que sí.

- bueno, espero verte - Valentin le dedicó una última sonrisa antes de poner en marcha la camioneta - ah, y tenés algo acá - dijo señalando su propio cachete izquierdo para luego alejarse manejando lentamente.

no puede ser, no puede ser, no puede ser.

Espero que les este gustando y si quieren dejen algún comentario ♡

1003 palabras

Amamos al colo artesano ♡♡♡

🪩DE MALA MUERTE| Barco×Giay|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora