Valentín pasa vergüenza

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Eran las diez en punto y, por supuesto, Mati ya había aparecido en su casa. Era la máxima expresión de puntualidad y prolijidad que existía.

- ¿Vos vas a ir así? - dijo Valen apenas lo vio.

- ¿Qué tiene? - Mati se observó a sí mismo mientras fruncía el ceño. Llevaba puesta una bermuda caqui, una chomba verde espantosa y estaba peinadito con gel.

- Parece que te vistió tu mamá.

- Mati, no puede ser que tengas 17 años y te siga vistiendo tu mamá - Valen negó con la cabeza y lo obligó a subir las escaleras en dirección a su habitación.
Estuvieron al menos media hora discutiendo sobre el atuendo del mayor hasta que pudieron elegir algo decente y al gusto de él.

- Bueno, estoy facha - dijo contemplándose al espejo, ahora vestía una remera negra dos talles más grandes del que solía usar y unas bermudas de jean - Me gusta esta remera.

- Sí, básica. Como vos, pedazo de virgen - se le burló su amigo y llamaron al taxi para ir al dichoso antro.

El camino fue tranquilo, pero a Mati se lo veía nervioso. Movía la pierna izquierda de arriba abajo en un tic nervioso y se comía las uñas.

Estaban en un barrio oscuro, Dios sabe dónde, y el antro era una casa antigua deteriorada de la cual salía el sonido de la música no tan fuerte y algunos gritos. Al entrar, se encontraron con todo tipo de personas. Desde cuarentones a adolescentes que parecían de trece años, borrachos, personas drogadas y otras en perfecto estado, las cuales ganaban por mayoría. Pero, al fin y al cabo, recién eran las once.

Se sentaron en una de las pocas mesas que quedaban libres, en un rincón algo lejos del escenario pero lo suficientemente cerca para ver a la perfección cualquier cosa que sucediera sobre él.

- Bueno, ahora me tenés que decir qué era lo que tanto te atraía a este paraíso - dijo Valentin sarcásticamente. Él estaba familiarizado con antros y boliches en decadencia, pero su amigo nunca se lo hubiese imaginado en lugares así. Mati es el chico bueno.

- ¿No te vas a reír de mí? - preguntó Matias tomando un sorbo de la cerveza que habían pedido.

Antes de que el colorado pudiera abrir la boca para contestar, escuchó una voz desconocida a su espalda.

- ¡Mati! Viniste - Valentin giró la cabeza frunciendo el ceño para encontrarse con un chico morocho y muy alto, bastante atractivo cabe aclarar, acercándose a ellos.
Valentin volvió a mirar a su amigo mientras levantaba las cejas, pero Matias ya se encontraba ajeno de su presencia. Miraba al muchacho que había aparecido como si fuese la única persona dentro de aquel lugar, sonreía ampliamente y se podía apreciar el rosado volviéndose más y más presente en sus mejillas.

Qué bien que la voy a pasar esta noche, pensó. Descansar a sus amigos era de sus actividades favoritas.

- Hola, Ale - Matias lo saludó - Obvio que vine, yo no rompo mis promesas.
El chico, que aparentemente se llamaba Alejo, se posicionó al lado del castaño y lo abrazó por los hombros.

- ¿Y tu amigo? - preguntó sonriéndole. Matias parecía a punto de desfallecer ante el tacto y la vista de esa sonrisa tan perfecta, así que Valentin le dio una mano.

- Valentín -le sonrió levemente sin mostrar los dientes.

- Yo soy Alejo - le sonrió de nuevo. Este chico era pura sonrisa.

Siguieron charlando un rato hasta que a Alejo lo llamaron para que ayude a acomodar las cosas sobre el escenario, se despidió de ellos y se fue.

Matias se quedó callado.

🪩DE MALA MUERTE| Barco×Giay|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora