Cuento de Hadas

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La mañana era tan bella, perfecta para levantarse e ir por un café en la mañana, claro, sería el plan ideal a no ser que tuvieras una resaca de la que no te quieres levantar.
La suave seda de las mantas lo mantenía restringido a su colchón, el can suponía ya era algo tarde por como la luz del sol calentaba ya su pecho. Los coloridos pájaros le cantaban al oído dándole ánimos para que se parara, eventualmente los rayos de luz iban a terminar tocando su rostro para recordarle sus labores del día. Estaba completamente exhausto en la cama, derrotado, con ambos brazos abiertos y con las sábanas enredadas en sus piernas, por hoy necesitaba hacerse un capullo con las sábanas y permanecer ahí.

Fido evitó la luz dándose la vuelta, mirando ahora a la pared, pero el repentino peso que se ejerció en la cama lo distrajo para abrir los ojos.

"¿Te traigo el desayuno a la cama o quieres algo para la resaca?" Preguntó la inmensa figura.

Sus orejas no estaban escuchando bien, esa tierna voz rasposa, no podía ahora mismo él estar en su casa, ¿o sí?.

"Te dije que no tomaras mucho" continuó, lo estaba aleccionando.

El labrador abrió sus ojos y para confirmar qué era lo que veía se los talló, ahí estaba él, en todo su esplendor, Bandit, lo estaba vigilando.

"No sé si es uno de tus trucos para quedarte acostado toda la mañana, no me hagas sacarte de la cama" advirtió risueño.

La resaca parecía habérsele ido de repente, seguía sin poder emitir ni un solo sonido de su hocico.

"Oh, ¿entonces solo fingías?" Bandit se levantó de la cama y se puso a los pies de esta "como gustes" terminó.

Bandit lo agarró de los tobillos y lo arrastró hasta que su cadera estaba prácticamente por caerse de la cama, acto siguiente soltó sus piernas y lo sujetó firmemente de las muñecas, jaló y lo puso de pie, Fido casi se resbalaba al encontrarse desprevenido, se quedaron viendo cara a cara unos segundos, sentían los alientos del otro. Antes de que pudiera seguir procesando la información Bandit se agachó y subió el cuerpo de Fido en su hombro, cargándolo hasta la cocina.

Fido quería objetar, estaba siendo cargado como un saco de papas y nada podía salir de su boca, obvio que estaba sonrojado, las sábanas que tenía enredadas se cayeron a la mitad del camino antes de ser sentado en la fiesta. Bandit lo colocó en su asiento de la manera más delicada que se le ocurrió, dio una reverencia antes de volver un momento a la encimera por sus platos de comida, lo estaba siendo tratado como un Rey.

"¿Pasa algo? Siento que estás un poco tenso" el azul ladeó su cabeza con extrañeza.

"Oh, solo un poco cansado, es todo" habló el otro mientras masticaba, no le podían quitar el ojo de encima, su comportamiento todavía le parecía raro.

Fido vio como la gentil mirada del otro can se desvío de él, estaba viendo ahora a dónde venía el ruido de fondo, había una canción que venía de la sala, o más bien una melodía, estaba muy seguro de que tenía letra, pero no estaba ahí, los instrumentos parecían estar siendo cubiertos por algo porque no llegaba a distinguirlos unos de otros.
Ya no podía despegar sus ojos de él, Fido estaba completamente perdido en sus pequeñas expresiones, como sus orejas daban saltitos con la música de fondo, como su sonrisa no decaía y como sus ojos miraban encantados hacia la sala.

"¿Qué ves?" Preguntó indeciso el café.

"Lo buena que es la canción, amor" Explicó el pastor, sacudiendo el cuerpo a los lados.

Fido quería sentir el momento justo como él, pero lo borrosa que se escuchaba para él se lo impedía.

Bandit no se aguantó las ganas y se levantó de su asiento, zarandeando las piernas mientras avanzaba hacia donde provenía la música.

Oh Mr.HeelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora