Frenesí (Kempachi y Unohana)

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Aviso: spoilers temporada final

Llevaba años sin conocer a nadie que le causara un genuino interés, Kempachi había vivido toda su vida por y para el combate Sin embargo le era imposible no sentir curiosidad por aquella mujer en concreto. Al principio no la había reconocido sin embargo a la salida de una de esas aburridas reuniones de capitanes algo en ella había llamado su atención y desde aquel día había puesto su interés en ella. Al principio había sido inconscientemente pero con el paso del tiempo terminó por acaparar su mente de tal modo que hasta la pequeña teniente de cabello rosa se había terminado por dar cuenta.

Tuvieron que pasar unos meses antes de que Kempachi confirmara sus sospechas y cuando lo hizo, esto solo sirvió para empeorar la situación. Desde que su encuentro había tenido lugar tantos años atrás, Kempachi Zaraki había intentado volver a experimentar algo igual, sin embargo, no había podido acercarse lo más minimo a ese momento, ninguno de sus adversarios habían sido capaces de despertar en el aquellos sentimientos. Y reconocerla entre sus compañeros despertó en él un ansia que creía enterrada años atrás.

Cuando cruzó de nuevo su mirada con Unohana Retsu, tras ser plenamente consciente de quien era ella no pudo volver a mirarla de la misma formar pues para Kempachi aquel rostro bondadoso y esa sonrisa amable escondía algo mucho mayor: el deseo irrefrenable de combatir de nuevo con ella una ambicion que también podía ver en los ojos de la actual capitana de la división cuatro.

Al principio simplemente esperó entreteniendose con rivales mucho menos poderosos pero que amenizaban la espera, pues en el fondo de su corazón Kempachi sabía que volvería a cruzar su espada con aquella formidable mujer, con el paso de los años esa sed de sangre fue cayendo en el olvido, aunque nunca se apagó del todo pues en el fondo de su corazón albergaba la certeza de enfrentarse de nuevo con ella.

Tuvo que seguir esperando, pero Ios instintos de Zaraki no le habían engañado y fue tras recuperarse de las heridas de su  combate cuando recibió aquella noticia, la hora había llegado. Sin un ápice de duda se arrancó el parche de su ojo, sintiendo como sus energías se renovaban después de aquella noticia. Sintió como su sangre comenzaba a hervir mientras cada músculo de su cuerpo entraba en tensión anticipando lo que estaban por acontecer. Con una sonrisa abandonó los barracones de su división dirigiéndose al lugar de su cita.

Cuando llegó pudo ver como su silueta se recortaba sobre las sombras, su pelo suelto de nuevo como la primera vez que se conocieron. Guardo silencio impaciente mientras Unohana dejaba claro los términos de su enfrentamiento pensó que sería una charla insulta y generalmente hubiera interrumpido a cualquier rival que comenzara un enfrentamiento con verborrea, pero guardo silencio: nervioso, ansioso... Pero no pensaba interrumpirla. Kempachi esperó mientras sus musculos chillaran por la tensión, aunque la adrenalina se agolpará en todo su sistema. Esperaría. A ella tampoco le gustaban ese tipo de preliminares por ello la charla fue breve pero el combate no tanto.

Para ambos, el encuentro entre sus espadas se sintió insuficiente para ambos, cuando finalmente la espada del capitán del onceavo escuadrón atravesó el pecho de su contrincante, el silencio se estableció en aquel espacio infinito. Fuera de todo pronóstico y mientras la vida de su oponente se desvanecia lentamente pudo sentir como los sentimientos se agolpaban en su pecho. Mientras la adrenalina aún corria por sus venas pudo sentir como lo embargaba una sensación de euforia pues acababa de vencer a su más ansiado contrincante, llevándose un peso consigo sin embargo, esa sensación fue efimera pues rapidamente la sustituyó un sentimiento de pérdida y vacío. Nunca más podría revivir aquel momento, había conseguido lo que tanto ansiaba pero al mismo tiempo lo había perdido para siempre.

Kempachi, consciente por primera vez de lo que significaba ganar esa pelea a muerte, almacenó en su recuerdo ese momento tratando de hacerlo imperecedero a pesar de que en su lecho de muerte le había prometido que vendrían enemigos formidables Kempachi sabía que Unohana estaba equivocada pues para él nunca existiría nadie como ella. 

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