A pesar del avance de la humanidad, aún sigue en incógnita la capacidad que poseemos de ser libres. Por una parte, las religiones occidentales proclaman que ya hay un destino escrito para todos, proveniente de un Dios omnisciente, que todo lo sabe. Sin embargo, esta idea trae consigo un determinismo radical, que en términos se explica como: No importa lo mucho que te esfuerces, tu vida ya está escrita, no tienes libertad de elección.
Por otra parte, también nos expresa que Dios en su infinita bondad, nos ha otorgado la capacidad de libre albedrío, capacidad que consiste en tomar nuestras propias decisiones, por tanto, se mantiene la fe en que podamos ser mejores cada día, que a pesar de que todo está escrito, aún podemos elegir libremente. ¿Acaso no resulta todo esto contradictorio?En una desolada y rudimentaria ciudad, donde los niños mendigaban dinero y amor, iniciaba una cadena de inquietantes sucesos. Cada semana, se registraban secuestros de personas, o eso era lo que se creía.
Franklin tenía 13 años, vivía en una casa de estera, rodeado de otras casas de esteras. Poco o nada recibía atención por parte de sus padres; sin embargo, pese a todas las adversidades, tenía una meta en común: salir de esa horrible ciudad.
Bajo la novata experiencia de Franklin, su ciudad era un espantasueños, una ciudad que devoraba las esperanzas y motivaciones de superación de sus habitantes. Todo esto, se reduce a que su gente tenía la firme idea de que se nace, crece, trabaja y muere, sin tomar en cuenta la educación.
Franklin, ahogado en este nauseabundo entorno, quería tomar cualquier mínima posibilidad de oportunidad para desarrollarse y triunfar personalmente, pero tras cada día que pasaba, la conformidad se iba apoderando de su esencia. Aquel que era rebelde por naturaleza, poco a poco iba siendo sumiso ante la gran realidad.
Cualquier día común, Franklin regresaba del colegio y conversaba con su madre:
- Mamá, en la clase de hoy, el profesor de Ciencias nos alertó sobre los secuestros que están habiendo, nos pidió que tengamos mucho cuidado.
* Dios mío, tienes que tener mucho cuidado, allá afuera hay gente mala que intenta aprovecharse de la inocencia de los niños, vendiéndoles un futuro prometedor para luego secuestrarlos.
- Lo sé mamá, pero hay algo que no me queda claro.
* ¿Qué cosa tan evidente no te queda claro?
- A veces siento que, en realidad, los niños de nuestra ciudad no son secuestrados, sino que se escapan al centro para buscarse un trabajo y cumplir sus sueños.
* No puede ser Franklin (con tono amargo), ¿aún sigues con esa tonta idea de escaparte de aquí?
- No es eso mamá, sólo que creo que entiendo como se sienten todos esos niños que se han ido de aquí, quizá sienten que viviendo aquí no cumplirán sus metas.
* ¿Y a ti qué meta se te ha ocurrido ahora?
- Ninguna mamá, sólo te decía lo que pienso...
* ¿Acaso no eres conciente de todo lo que sufrimos, de todo lo que trabajamos para que tu puedas comer un día más?, y a pesar de todo, ¡sigues teniendo la tonta y egoísta idea de irte de aquí!
- No quería que te pongas así mamá, lo siento mucho.Franklin se retiraba de la sala, triste y decepcionado, sintiendo que por más sueños que tenga, no valdrá de nada, porque su vida y su futuro ya estaba determinado.
Fueron pasando los meses, Franklin había entrado en una proceso de desgano y abulia, se desenvolvía con normalidad, pero había perdido lo más importante: sus sueños.
En uno de esos días grises, Franklin decidió entrar a una casa abandonada, se decía que allí vivía una familia que supo vencer la adversidad y salir de esa ciudad, dejando consigo el amargo recuerdo del conformismo de esa ciudad. Franklin no tenía la más mínima intención de robar pertenencias, sólo quería saber cómo es que una familia pudo salir de ese inhóspito lugar.
Una vez pudo ingresar por la ventana de atrás, al primer salón que ingresó fue a la habitación, parecía la de un varón, ya que habían carros de juguetes y un par de zapatos debajo de la cama, luego, se encontró con un retrato familiar, en la que se podía apreciar a un adolescente de aproximadamente 15 años, con una chica que se supone que sería su hermana, y la madre en medio de ellos.
- Se ven demasiado unidos - pensó, -no parecen unos delincuentes de mal vivir como mencionan los vecinos, sino todo lo contrario, puedo ver muchas medallas y condecoraciones en el cajon, ¿por qué este joven decidió no llevarse todo estos valiosos recuerdos?-
De repente, Franklin pudo percibir que
se abría la manija de la puerta principal.- ¡No puede ser, se supone que nadie viene aquí!
Ante el susto, Franklin no sabía si escapar por la ventana, o esperar a que entre esa persona y explicarle que no está haciendo nada malo...
* ¿Quién eres? (Se alzó una voz de un hombre), ¡Estoy entrando!
- Disculpe, (tartamudea), soy un chico de por aquí, no estoy haciendo nada malo...Esta persona entró a su cuarto y encontró a un adolescente tembloroso y asustado.
* ¡Hola!, no te preocupes, sé que no eres un ladrón, de hecho ya te había visto entrar por la ventana, solamente estuve esperando a ver qué hacías adentro, pero como veo que no has tomado nada, sé que eres alguien curioso que quería entrar aquí, dime, ¿cómo te llamas?
- Lo siento mucho señor, me llamo Franklin, vivo a dos cuadras de aquí, solo quería ver, osea no quería ver, sólo tenía curiosidad...
* Te entiendo, no te preocupes, más bien me sorprendo de que hayas entrado a una casa abandonada, seguro tus vecinos hablan mal de esta casa.
- De hecho sí, pero no parece.
*Por supuesto que no (se ríe), este era mi cuarto, vivía aquí hasta que me cansé y me fui.
- (...) ¿Y por qué no se ha llevado todas sus pertenencias?
* ¿Bromeas?, ¿tú te llevarías algo de esta ciudad?, mientras no tenga ningún recuerdo de aquí estaré tranquilo.
- Ya veo..., yo también pienso lo mismo, pero es casi imposible escapar de aquí sin que hagas algo malo.
* Casi imposible, tú lo has dicho, por eso mismo es que estoy aquí, he venido para buscar algunas fotos, y bueno, en realidad estoy buscando respuestas a algunas preguntas existenciales que se me han presentado (se ríe), nada por lo que te debas preocupar o pensar a tu edad.
- De hecho, yo también siento que debo responder algunas preguntas de mi vida, creo que por eso estoy ahora aquí, en su casa.
* ¡Me tienes realmente sorprendido niño!, perdón, Franklin. No sé si es bueno o malo que pienses eso a tu edad, pero me resulta interesante, no hay muchos niños aquí en este pueblo que piensen como tú.
- Señor, y usted cómo se llama.
* Disculpa la descortesía, me llamo Matt, un gusto.
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El hombre en busca del sentido
Short StoryMatt, universitario de 24 años, psicólogo de profesión, le gusta el ajedrez y las matemáticas, y le va relativamente bien en la vida. Sin pedir mucho a cambio y aspirar poco en sus metas, se va sumergiendo de a pocos en una espiral de inquietudes y...