Dame amor

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Mi plan para las siguientes semanas era pasar tiempo con Braulio y hacer una planeación de trabajo para el próximo año con Oscar, parecía que todo transcurriría según lo previsto, sin embargo, el día que había quedado con Braulio se suscitaron varias situaciones que hicieron que las cosas cambiaran un poco, para comenzar, me habló poco antes de vernos para avisarme que ya no podría salir porque le acababan de encargar a sus sobrinos. La opción era posponerlo, pero teníamos poco tiempo antes de su partida por lo que tomé una decisión, dada las circunstancias y sabiendas de que no tenía la certeza de que tan bueno podría ser, le dije que iría a su departamento.

Eso significaba dos cosas que hasta hace apenas unos días había querido evitar, involucrarme con su familia e ir a su espacio personal, pero estaba consciente que si quería avanzar con él debía dar un paso, ese sería el primero. Braulio insistió en mandarme un Uber por lo que acabé accediendo, en lo que esperaba acabé de arreglarme hasta que me avisó que ya estaba afuera de mi departamento el conductor.

Pude calmar mis nervios en el camino ya que fue algo largo, finalmente llegué a un bonito condominio dejándome afuera de un edificio alto, el acceso era reservado por lo que esperé a que Braulio fuera por mí, me recibió con una amplia sonrisa y los brazos abiertos

—No esperaba que quisieras venir—dijo abrazándome de la cintura, me separé un poco

—Quedamos en vernos, no quiero perder días—respondí correspondiéndole la sonrisa, se acercó más y besó mi mejilla.

—Pensé que mis sobrinos serían un impedimento—expresó.

—No tengo inconveniente de ayudarte a cuidarlos—su sonrisa se ensanchó aún más, me dio otro beso en la mejilla, me soltó y tomo mi mano mientras nos dirigíamos hacia el elevador.

Me sentía un poco abrumado ante semejante bienvenida, ya no había marcha atrás, solo quedaba disfrutar la velada y dejar que las cosas se fueran dando.

—¿En qué piso vives? —quise saber.

—En el trece, usualmente prefiero las escaleras, pero dejé solo a los niños— entramos al elevador y subimos.

—Es muy bonito donde vives—observé.

El lugar era de los que tenían diferentes amenidades como alberca y área infantil.

—Cuando veas la vista que tengo te va a encantar—respondió.

Finalmente llegamos al piso de su departamento y entramos, en la sala estaban una niña y un niño muy entretenidos viendo la televisión

—Niños—llamó Braulio, ellos dejaron de ver la pantalla y sonrieron corriendo hacia él.

—¡Tío! ¿Ya llegó tu amigo? —preguntó en inglés la niña que era la mayor.

—Hoy vamos a hablar en español para que todos podamos entendernos—pidió.

—¡No! —repuso el niño—En casa solo hablamos en inglés—exclamó igual en inglés haciendo un puchero.

—Puedo entenderlos—intervine también en inglés, ambos se mostraron asombrados y felices—Soy Alan—me presenté.

—¿No tienes inconveniente? —musitó en español Braulio, negué con la cabeza.

—Puedo hablarlo y entenderlo sin problema, si ellos están acostumbrados es mejor así—sonrió complacido.

Una vez puestos de acuerdo, la conversación siguió en el mismo idioma que manejaban los pequeños.

—Ella es la mayor, Hailey—presentó a su sobrina.

—Cumplo siete en abril—dijo sonriente extendiéndome la mano, yo se la estreché.

Ahora, nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora