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— ¿Escuchaste sobre el rumor? — preguntó la chica rubia mientras se pintaba las uñas.
— ¿A cuál te refieres, Soyeon? — respondió su amiga castaña interesada en lo que la otra decía.
— Al de Kim Seungmin, obviamente, todos hablan de eso ¿no? — hizo un gesto incrédulo al saber que su amiga no había oído hablar de aquel famoso rumor. La otra solo negó con la cabeza, en espera de ser informada. — dicen que se quiere follar al profesor Bahng, Miyeon ¿cómo es posible que no estés enterada? — después de soltar eso simplemente volvió a pintarse las uñas con desinterés. La otra abrió los ojos en grande dispuesta a decir algo más, pero un carraspeo detras de ellas sorprendió a ambas amigas.
Era, nadie más y nadie menos, que el profesor Bahng, el cual parecía haberse atragantado con el sandwich de jamón y queso que tenía en sus manos.
— ¿Profesor? ¿Está bien? — preguntó Miyeon mientras veía como el mayor tomaba de su botella de agua para hacer pasar al pedazo de comida atorado en su garganta.
— S-si señorita Cho — consiguió articular después de unos momentos — ¿Qué se supone que hacen en el aula de clases a la hora del descanso? Vayan al patio — les indicó con amabilidad mientras fingía no haber escuchado la charla anterior de sus alumnas. Las chicas siguieron el camino indicado hacia afuera del aula mientras seguían hablando de otros rumores que circulaban, pero estos no le interesaban al maestro de inglés.
El profesor suspiró, definitivamente él había sospechado algo así con anterioridad. Kim Seungmin, el alumno ejemplar, líder del equipo de porristas y también participaba en los coros escolares. Al principio fue su alumno favorito debido a su puntualidad, responsabilidad y pulcritud, pero luego las cosas se tornaron un poco raras.
Un día, el alumno llegó con una falda, y eso no fue lo que le llamó la atención, en absoluto, de hecho, él apoyaba la libre expresión de los jóvenes en la institución. Lo que le pareció raro, fue que su alumno hiciera ademán en mostrar y premumir sus suaves y torneadas piernas específicamente cuando él estaba cerca. Ese mismo día, se quedó después de clases para "hablar" con él, porque según tenía problemas en su materia. Se sentó con confianza sobre su escritorio frente a él mientras movía sus piernas de adelante hacia atrás al no llegar a tocar el piso, su muslos se veían fantásticos, quería acariciarlos tanto, además, el menor chupaba fervientemente una piruleta de cereza que hacía ver a sus labios muy apetecibles. El profesor Bahng tuvo que contenerse demasiado con esos pensamientos, pero era demasiado difícil teniendo aquellos muslos sobre su mesa. Si tan solo hubiera podido, habría estampado a su alumno contra su escritorio y lo hubiera follado hasta quedar seco. Aún recuerda lo duro que se puso ese día y como tuvo que ir rápidamente a su casa a masturbarse debajo de una ducha fría mientras pensaba mil maneras y posiciones de cómo joder a su alumno. Se corrió con la imagen del chico saltando sobre su polla mientras le pedía por más con esa voz tan aguda.
