Historias cortas de la pareja de cubitos Spreen y Juan.
•se shipea solo a los cubitos no a lo streamers
• El dibujo de la portada no es mio, créditos a @0Meewl
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La pollería estaba cerrando, los empleados estaban saliendo por la puerta, no quedaban clientes dentro de está, bueno, tal vez si.
Juan se quedó a ayudar como siempre solía hacerlo, esa era su excusa para hablar y pasar más tiempo con el dueño del lugar, quien hace rato le venía robando el corazón.
El castaño no estaba igual de feliz está vez, la última semana ya no había casi charla entre ambos cuando se iba, Spreen lo acompañaba a la puerta en silencio mientras miraba su celular, le decía adiós y volvía a entrar.
Siempre notaba que hablaba con alguien, que se reía con alguien, siempre planeando algo con alguien más. Juan ya no obtenía la atención del pelinegro.
Este día era igual.
El hechicero necesitaba sacar algún tema de conversación, cualquier cosa antes de llegar a la puerta, y entonces no pudo evitar echar un vistazo por encima del celular del contrario. Solo logro ver el mote de "Conejosaurus🐰🦖" y un último de mensaje que decía "Nos vemos alla."
-¿Así que enviando mensajes al señorito Conejosaurus?
Al parecer la pregunta tomó por sorpresa al oso quien comenzó a caminar más lento pero sin dejar de ver el celular.
-Puede ser...- Solo dejo de ver el celular cuando ambas palomitas se pusieron azules deteniéndose para ver a Juan por primera vez en las últimas dos horas.
-Bueno, me gusta saber que existe al menos una persona que te hace sonreír - Aunque era algo sincero que pensaba, fue medio sarcástico puesto que el rostro del contrario no cambio de su semblante normal de siempre.
-si... obvio que existe - Este se encogió de hombros mientras abría la puerta de la salida cosa que desesperó un poco a Juan quién quería seguir charlando.
-Hey, tal vez algún día podría conocerlo. - Le dió un leve codazo al híbrido.
-Tal vez, algún día...
Se quedaron en un silencio raro por unos segundos, en ese momento el castaño esperaba que el otro entrara al local pero esto no sucedía.
- ¿No vas a entrar? ¿Tienes una cita esta noche? - Le pregunto con tono burlón pero la realidad es que eso no podía angustiarme más.
-Ehhh No, solo cuidar a Pelusa...- Miro hacia abajo balanceándose sobre sus pies para volver a conectar miradas.
-Che Juan, tengo una pregunta.
-Mande
-Si hipotéticamente, y aclaró, hipotéticamente hablando, si tuvieras que decirle algo a...mi amigo, ya sabes de quién habló, y remarcando en el "si"... ¿Vos qué le dirías? - Parecía nervioso, de nuevo no lo miraba, estaba serio pero no calmado.
Entonces Juan lo entendió, Spreen seguramente iba a verse con esa persona y, con ese amigo no tan amigo, pero quería su opinión sobre esto. Su estómago se estrujó de dolor pero su sonrisa solo creció.
- Si lo tuviera enfrente le diría... Ten cuidado ... Manejalo con cuidado, por que...
Sus miradas se volvieron a unir, el azabache lo miró pensando que le estaba haciendo una joda.
-Porque él es muy valioso.
Una sonrisa se forma en el rostro del azabache, una sincera, él castaño no sabía que sentir, era genial saber que él era de esas únicas personas que lo hacía sonreír al pollero o llorar por qué esa sonrisa probablemente no era pensando en él si no en su próxima relación con el conejo.
Pero Spreen sonrió.
Era un silencio triste para el mago pero uno muy cálido para el híbrido.
- Buenas noches Gafotas.
- Buenas noches oso de mierda.
El dueño del lugar solo entra y vuelve a tomar su celular marcando un número.
El hechicero con el corazón hundido lo ve llamar a alguien de forma bastante positiva a través de los cristales oscuros de la puerta, hasta le pareció ver qué las mejillas tan afiladas de su enamorado se sonrosaban por la voz de alguien más.
El mago se dió la vuelta abrazándose a sí mismo, poco a poco la noche se nublaba.
Cuando ya estaba a unos metros escucho un grito.
-¡Che Juan, no tengo nada que hacer! ¡¿Quieres quedarte está noche o a comer?
La sorpresa y cierta alegría invadió su rostro.
-¡Sí claro!
El castaño ahora no solo quería estar con él, si no ahora quería saber con quién habló y por qué... aunque ahora no importaba tal vez tenía una pizca de esperanza aún o sólo e ilusionaba más.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
