Patio de Armas,
Fortaleza Roja;
129 d. C.
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La primera en apartarse de los dos, fue ella.
Se levantó tan de repente, que sintió un pequeño mareó. Y, contra todas sus suposiciones, la firme y suave mano del príncipe Aemond sosteniendo una de las suyas, logró evitar que se diera de bruces contra el suelo.
La joven princesa se sonrojó. No sabía sí por la vergüenza de casi haberse dado un sonoro golpe o porque el príncipe —ahora conocía su nombre, y recordaba su particular apariencia de ese extraño encuentro que tuvieron entre ellos y sus dragones— la estaba escrutando de una forma tan profunda con su único ojo.
Dos guardias intentaron sujetarla del hombro. Clea, que odiaba con todas sus fuerzas que la tocaran sin su consentimiento, movió su hombro de forma brusca para quitárselos de encima.
—¡Oigan, no me toquen! —exigió la princesa, mirándolos enfurecida.
—¿Qué está ocurriendo aquí? —preguntó el príncipe Aemond, con un tono autoritario—. ¿Por qué la tratan como si fuera una criminal?
—Estaba cantando trovas románticas, su Alteza... Eso está prohibido aquí en Desembarco, podría incitar a una revuelta —Respondió el guardia que la sostenía aún por el hombro, mostrándose incómodo ante el cuestionamiento.
—¿Desde cuándo? No sabía que el rey había instaurado nuevas leyes—La voz del príncipe detonaba sarcasmo en su estado más puro, los guardias se pusieron aún más nerviosos—. Suéltenlos. Es una orden directa de su príncipe.
Los guardias se miraron entre ellos con una pequeña mueca y soltaron a ambos primos. Clea les sonrió de manera burlona, Lectus se frotó un poco el hombro que uno de los sujetos le había empujado. Los cinco caballeros se esfumaron del patio de armas y el príncipe tuerto les sonrió un poco más cortés. Haciendo una reverencia hacia ellos.
—Mi nombre es Aemond Targaryen, príncipe de los Siete Reinos—tomó la mano de Clea con suavidad entre las suyas y dejó un delicado beso en sus nudillos—. ¿Con quién tengo el placer de parlamentar, milady?
La joven princesa se sonrojó levemente, pero eso no evitó que tomara la punta de su maltrecho vestido y correspondiera la venia.
—Encantada de conocerlo, su Alteza—ninguno de los dos se había dado cuenta de que sus manos aún estaban unidas—. Mi nombre es Clea Riverfyre, princesa de las Islas Bello Estrella.
—¿Islas Bello Estrella? Nunca había escuchado de ellas. ¿En dónde se encuentran? —comenzó a acribillarla a preguntas el príncipe Targaryen, sin soltar su mano aún.
Lectus tuvo que intervenir en ese instante, poniéndose frente a su prima, de manera protectora y haciendo que el contacto tan inapropiadamente prolongado, se rompiera al fin. El joven Belaerys le sonrió de manera diplomática y procedió a hacer una reverencia.
—Un gusto conocerlo, príncipe Aemond. Soy Lectus Belaerys, futuro señor de las Islas Calais —le dijo el joven castaño, con algunos mechones rojizos en su cabello—. Y lo lamento mucho, pero la ubicación de nuestras Islas se encuentra oculta y preferimos que se quedé así. Nos evitamos problemas innecesarios como invasiones extranjeras.
«Y al final la invasión provino de nuestra propia familia», fue lo que pensó Clea, pero prefirió morderse la lengua.
—¿Y sé puede saber qué hacen aquí, lord Belaerys? —preguntó un hombre al lado del príncipe Aemond, el mismo que había gritado que tuviera cuidado, antes de que su prima chocará contra él—. Me presento, Ser Criston Cole. Comandante de la Guardia Real.
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The heirs of Fire and Blood © [House of the Dragon] [Alysmond + oc's] Book #01
FanfictionNo dispuestos a compartir territorio con los Velaryon, los Celtigar y los Targaryen -estos últimos, sus enemigos desde la época de la fundación de Valyria-, las familias Belaerys y Riverfyre, unieron sus honorables Casas en matrimonio, por medio de...