02.Llamarada de Dragón.

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II

El cielo de desembargo se vio alumbrando por las escamas doradas de Syrax, el dragón de la princesa Rhaenyra Targaryen, había regresado de su interrumpida gira matrimonial, sin un prospecto claro, solo para unirse al funeral de su padre.

Antes de partir de Rocadragón Ser Harwin Strong juró su espada a la princesa, tal y como había prometido a Criston Cole. Ahora la joven princesa contaba con la protección de los dos caballeros más diestros en el campo de batalla en los siete reinos.

-Princesa Rhaenyra, he venido a ofrecer mis servicios como caballero-colocó su espada a los pies. De la princesa y se arrodilló en el suelo.

-¿Qué hace mi Lord?

-Obedezco a mi corazón, su majestad.

Rhaenyra sintió un leve calor en su pecho y no pudo evitar sonreír, como no lo hacía hace tiempo.

-Soy suyo mi lady, seré vuestro escudo, os aconsejaré, cuidare vuestra espalda y daré mi vida por vos de ser necesario- miro los ojos de la princesa y noto que ella se enrojeció ante el juramento ofrecidos- Lo juro por los dioses.

-Juro que siempre tendréis un lugar en mi hogar y en mi mesa , y nunca os pediré servicio alguno que os deshonre, lo juro por mis dioses- sonrió y movió la cabeza en señal de que podía levantarse.

Una vez que la princesa llegó a desembarco fue a dirigir sus respetos al nuevo rey, su tío Daemon. Entro en el gran salón del trono y lo vio sentado, imponente y firme; observó cómo levantó su mano y solo ese gesto fue suficiente para que todos abandonaran el salón, hasta sus dos nobles espadas.

-Es un honor verle su majestad, os deseó que vuestro reinado sea largo, próspero y lleno de riquezas para el reino- hizo una reverencia, se sentía extraña, Daemon antes solo era Daemon, no necesitaba del protocolo con él, eso había cambiado.

-Por favor, sobrina, permíteme presentar mis respetos a tu padre- se levantó del trono y le ofreció un abrazo que fue correspondido- Solo estamos tú y yo aquí, no necesitamos del protocolo, somos familia.

-¿Cómo estuvo él antes de morir?- su voz se oyó quebradiza. Qué extraño era referirse a Viserys como el antiguo rey.

-Cayó víctima de su enfermedad, él no quiso interrumpir tu gira, creyó que solo estaba en medio de otra recaída.

-Daemon, no pude verlo al final de sus días, debiste avisarme, habría dejado a todos esos infelices atrás sin pensarlo- no quería ser débil ante los ojos del rey, no hoy. Levantó su mentón, enderezó sus hombros y recuperó su actitud serena «Una mujer siempre debe tener la frente en alto ante la adversidad, puede derrumbarse en soledad y ser una fantasma lamentable si eso quiere, pero frente a los demás siempre debe tener su orgullo intacto.» recordó las palabras de su madre, por primera vez entendía qué querían decir con exactitud- Habría venido en seguida por mi padre.

-De eso no tengo duda pero no quería preocuparte- acarició la delicada mano de la joven repleta de anillos- Me alegro que hayas regresado, aunque te esperaba el día de ayer.

-Lo sé, pero habría llegado de noche en caso de partir en barco ayer, además no quería dejar a mi querida Syrax sola en rocadragón.

-Llegaste a tiempo para encender la pira funeraria de tu padre, es tu derecho.

El protocolo dictaba que solo un rey podia incinerar a otro rey, pero que Daemon hubiera hecho esta regla a un lado en favor de Rhaenyra, la hizo querer llorar en sus brazos y expresar su gratitud. No lo haría, hoy sería una mujer orgullosa.

𝕯𝖗𝖆𝖌𝖔́𝖓 𝖀𝖘𝖚𝖗𝖕𝖆𝖉𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora