Escuchaba el bullicio de la gente en el festival desde adentro. Mis pies golpeaban el suelo con fuerza y mis pulmones se contraían en busca de aire. No corría con tantas ganas desde hace tiempo pero no era para menos. Pues no podía olvidar esa expresión de su rostro.
¿Por qué se fue de repente? ¿Por qué parecía tan desesperado por alejarse? ¿Por qué se veía tan triste?
Asentí porque sabía que muy probablemente debía darle espacio pero después de que se hubo marchado, la mirada en sus ojos clavada en mi memoria solo acrecentó la preocupación en mi pecho.
Me detuve frente a su puerta y me di un par de segundos para recuperar el aliento. Mi sombra reflejada en la madera por las luces del festival brillando a través de las ventanas a mi espalda, me infundó de valor.
Toqué dos veces.
Pasaron diez segundos. Nadie respondió.
Toqué otra vez.
Pasaron otros diez segundos. Él no respondió.
Lo volví a intentar. El resultado no cambió.
Un profundo suspiro se escapó de mi garganta y decidida, toqué el picaporte, notando que de hecho, estaba abierto. ¿Qué me llevó a arriesgarme y abrir esa puerta? Asher era en teoría, alguien a quién no llevaba mucho tiempo conociendo y por eso era curioso que me sintiera tan valiente y confiada al acercarme a él. Quizás se debía a la honestidad que le nacía sola o a la forma en la que era sin barreras.
Y para ser honesta, el tiempo me traía sin cuidado. Él me importaba.
Abrí la puerta y entré. Su habitación era exactamente igual a la mía, a excepción de su maleta, de su abrigo lanzado sobre su cama y su presencia en el pequeño balcón, al otro lado de las cortinas blancas y medio transparentes.
La camisa azul oscuro de manga larga que le vi por debajo de su chaqueta negra, quedaba completamente al descubierto sin ella. Su ancha espalda estaba frente a mi, encorvada sobre la baranda donde apoyaba los brazos y parecía mirar la calle. Asher siempre me pareció un hombre... grande, firme, confiado. Aún cuando perdía la mirada mientras viajábamos y lucía tan solitario. Pero en ese momento, algo dentro de mí se quebró al verlo tan... pequeño.
Me acerqué a él hasta que me notó. Su cuerpo se tensó y cuando se volteó, el corazón terminó de estrujarse en mi pecho al ver lágrimas secas en sus mejillas.
Volvió el rostro y evitó mirarme. Intenté que mi voz saliera firme.
-Toqué. - le dije cuando el silencio nos engulló. - Tres veces.
-Lo siento, no te oí. - carraspeó en un intento de que su voz no sonara débil. - ¿Pasa algo?
Nos separaban diez pasos. Arrugué la tela de mi vestido en mi puño. Esa pregunta debía hacerla yo.
-Asher. - no usé un tono compasivo. No quería que pensara que sentía lástima por él. Ni siquiera sé qué lo ha hecho llorar, sólo... Di dos pasos hacia él. Su mandíbula se tensó. - ¿Estás bien?
Y para mi sorpresa, mi pregunta pareció desbaratarlo. Sus hombros cayeron, sus ojos se cerraron, su cuerpo se mantuvo quieto, dando la impresión de que si se movía, lo vería derrumbarse.
Pero el corazón se me terminó de romper cuando oí su respuesta.
-Estoy bien. - dijo con un hilo de voz, grave, murmurante. Sonaba exhausto. Intentó sonreírme pero la tempestad se asomaba por sus ojos, haciendo que me doliera espantosamente el corazón al escuchar su mentira.
Y fue justo aquella suficiente para que cruzara los ocho pasos que me faltaban para llegar hasta él.
Agarré su brazo sin tener que mirarlo. Rodee sus hombros con mis brazos y lo abracé lo mejor que pude. Sentí su cuerpo tensarse al entrar en contacto con el mío y no se movió durante varios segundos hasta que sentí su mano posarse en mi espalda, luego todo su brazo ejerciendo la mínima fuerza para acercarme así mismo. No me opuse y sentí como enredaba ambos brazos a mi alrededor, dejándose hacer. Tomé el atrevimiento de acariciar su espalda en círculos, esperando que le fueran reconfortantes. Entonces poco a poco, sentí como todo su cuerpo se relajaba y como más se aferraba al mío. Como si fuera una especie de ancla que lo mantenía entero. Luego lo sentí temblar ligeramente y lo abracé con más fuerza.
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Todos los días
Romansa"Solo se vive una vez" ¿De verdad eso era cierto? Porque si lo era, Kaia no creía estar cumpliendo con la regla. Y aquí entre nos, Asher tampoco, pero al menos él fingía que lo hacía. No obstante, todo tiene un límite ¿cierto? En especial las pers...