Capítulo 4: AQUELLA SONRISA ENFERMIZA

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             - Sin escapatoria, sin empezar, sin luz solar. Silencio. Quién podría haber adivinado que Kiara ya no podía celebrar su cumpleaños número 23? Nadie podría haberlo sabido. Nadie lo sabe.
           
     Kiara lentamente recuperó la conciencia. Un olor nauseabundo, un piso duro, una oscuridad sin fin. Ki no podía sentir sus piernas. Su corazón latía con fuerza y le dolía la cabeza. Poco a poco podía ver cada vez más cosas. El suelo sucio, los vidrios rotos, salpicaduras.
           
    - Ya despertaste, que suerte.- Un hombre alto se paró frente a ella. Las pupilas de Ki se dilataron. El hombre tenía el pelo castaño con mechas rubias, llevaba una camisa roja y tenía una sonrisa enfermiza. Kiara no decía ni una palabra, no podía moverse por el miedo.
          
    - Soy Jack. Levántate.- Dio un paso más cerca de Kiara. Entonces ella vio un trozo de vidrio clavado en su mano, la sangre goteaba lentamente por el vidrio. Volvió a mirar a Jack de nuevo, trató de mover las piernas, se sentía como si estuvieran rotas. A pesar del dolor interminable, Kiara se enderezó:
           
    - Ojalá pudiera pasar más tiempo contigo. Bueno, tal vez puedas hacerlo, entonces podríamos estar juntos para siempre.- Jack volvió a sonreír con esa sonrisa enfermiza. Parecía que estaba obsesionado con Kiara, enfermo obsesionado. Ki no entendía la situación. Qué está pasando?
            
     - Ahora, corre. Corre por tu vida. Aquí está la llave de la salida. Espero que lo hagas. Si lo haces podemos estar juntos para siempre.-
El cerebro de Ki estaba acelerado. Correr? Ahora? Vida? No entendía lo que estaba pasando, pero no podía perder el tiempo.

    Inmediatamente tomó la llave y corrió. Por su vida. No sabía dónde estaba ni a donde tenía que ir, pero solo siguió corriendo. Diez minutos después se topó con la nada. Parecía que los pasillos de esta casa nunca terminarían. Ya no podía respirar. Todo lo que podía ver giraba.

  Un punto rojo en las profundidades incoloras. Supo de inmediato lo que era. Cayó, trató de protegerse pero ya era tarde. Y no lo sintió, no sintió que cayó en mil pedazos del vidrio roto. Jack la miró, todavía tenía esa sonrisa enfermiza.

Le tendió la mano a Kiara, se levantó lentamente de la mano. Gimió cuando se dio cuenta de que todo su cuerpo estaba contado de vidrio: - Ahora podremos estar juntos para siempre, nunca más estarás sola Kiara.- Dijo con esa sonrisa enfermiza, otra vez.

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