Parte 1

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Cuando la noche llega, pienso en lo mucho que amo la luna, las estrellas, el frío... la noche. Pero eventualmente llega el amanecer e inmediatamente me enamoro del sol, las nubes, el calor... la madrugada.

Y cuando lo pienso dos veces, me doy cuenta de que una sola cosa no cambia; cuando estás presente y cuando no, pienso en ti. En lo mucho que te amo. En lo tanto que me he enamorado de tu mirada, de tu risa, tus caricias, tus secretos, tus defectos, tus sonrisas... de ti.

Y si eres un pecado, iré directo al infierno. Le contaré al mismísimo diablo todo lo que siento por ti. Todo lo que me ha hecho pasar este ángel caído del cielo que yo nunca merecí.

Quizás el cielo y la tierra nos separen por el resto de la eternidad, pero pienso pasar cada segundo de ésta sumergida en recuerdos que tú has dejado para mí.

Y es que lo único que hago es preguntarme: ¿Acaso no te aburres de rondar en mi cabeza todo el tiempo?

Quizás nuestra historia nunca fue fácil.

Quizás no fue más que un simple sueño que mi mente ha creado. Pero juro ante todo lo que tengo y lo que amo que, incluso si todo fue una fantasía, nunca dejaría de escribir acerca de ella.

Incluso si nunca te conocí en realidad.

Incluso si estás a kilómetros de aquí.

Incluso si nunca volvemos a comunicarnos.

Incluso si llegas a morir.

Te prometo que te amaré por todas las veces que tú no lo hiciste, aquellas veces que dejaste marcado tu cuerpo.

Te amaré hasta que mi corazón deje de latir. Hasta que mi consciencia muera. Hasta que esta tierra deje de girar. Porque sino puedo quererte como amante, te querré como amiga.

Y es que tu siempre has estado ahí para mi, aún si no lo estuviste para ti. Repito: quizás no fuera más que un trance, pero de ser así, nunca voy a despertar. No con Lucifer a mi izquierda y Miguel a mi derecha. No con el Apocalipsis sucediendo frente a mis ojos. Y es que tú eres más que todo eso; más que la suma de desastres.

Juro que podría pasar el resto de mi vida sin música con tal de despertar todos los días a tu lado, y vaya que eso es bastante decir, pues ambas somos melómanas hasta la médula.

Escalaría montañas más altas, de tener la oportunidad. Bajaría a los lugares más inhabitados del océano, de tan sólo tener la oportunidad. Viajaría a la luna, por tener sólo una pequeña oportunidad, para así escribir, donde nadie pueda ver, los detalles de nuestro amor celestial, quizás hasta de ensueño, pero tan real para mí como que estoy escribiendo esto.

El Eclipse de tu AusenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora