Días atrás, la noticia de tu pronta llegada alcanzó mis oídos. Me quedé estática, te seré sincera. Asuntos familiares te habían traído de vuelta a la ciudad, pero no me sorprendió verte días después entre los pasillos de la escuela. Un par de amigos se acercaron a la puerta de mi salón antes de poder verte en planta baja e intentaron protegerme, no sé si de ti, no sé si de mi.
Bajé las escaleras con más confianza de la que contenía. Te miré, no pude descifrar si hiciste lo mismo y seguí de largo. Me senté en nuestro lugar de costumbre y me preguntaron si me encontraba bien. Sorpresivamente, lo estaba, lo cual me extrañó. Segundos después, descubrí lo que andaba mal: estaba temblando. Supongo que mi cuerpo sigue reaccionando a ti, pensé.
Ese día fue necesario. Gracias a él, supe que te había superado, que la idea de estar en un mismo ambiente contigo cerca ya no podía afectarme. Al menos no como solías hacerlo.
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El Eclipse de tu Ausencia
Short Story"Podría eclipsar tu ausencia con las cosas simples de la vida, pero la luna no se quedaría en ese mismo sitio hasta que sea yo quien muera. De la misma manera, opacar tu ausencia con la presencia de otras sería como ocultar un arma entre un campo de...