𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙓𝙄𝙑

177 36 0
                                    


Cuando volví en mí, no abrí los ojos ni alteré mi respiración

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando volví en mí, no abrí los ojos ni alteré mi respiración. En vez de eso, tomé inventario mientras pretendía que continuaba inconsciente. Dolor de cabeza, sin sorpresa, pero aparte de eso me sentía bien. Mis brazos estaban atrás de mi espalda. El grosor alrededor de mis dedos eran guantes, la tensión alrededor de mis muñecas y tobillos eran restricciones. La incómoda mordaza en mi boca se explicaba por sí misma.

Entonces seguí con el entorno. El cabeceo y balanceo debajo de mi tenían que ser ondas, lo que significaba que estaba en un barco. Algunos de mis secuestradores estaban en la parte superior, por las voces, pero podía decir que había alguien en la habitación conmigo.

Así que cuando abrí mis ojos, mi mirada aterrizó en el vampiro de cabello negro que había disparado en el hotel la noche anterior. La única sorpresa que mostró fue un parpadeo.

―No esperé que estuvieras despierto tan pronto ―arrastró las palabras.

Mire hacia abajo a mi mordaza y de regreso a él, levantando una ceja. El tradujo el silencioso mensaje.

―¿No necesito decirte que gritar no servirá de nada?

Rodeé mis ojos. ¿Qué era esto, el día del amateur? Sonrió antes de abandonar la esquina contraria.

El vampiro lucía alrededor de mi edad, pero juzgué que tendría al menos cien años de edad. Los vampiros viejos tenían una... cierta mirada, como si los siglos les dejaran una sensación de pesadez tangible. Mi captor sin nombre no tenía eso y si yo tenía suerte, tampoco ninguno de los otros que estaban en este bote.

Los vampiros jóvenes eran fáciles de matar.

―Agua ―dije una vez que la mordaza fue removida. Entre eso y las secuelas de ser drogada, mi boca estaba tan seca que mi lengua se sentía como un calcetín arrugado.

El vampiro desapareció y regresó con una lata de Coca-Cola. Incluso mejor. La cafeína me ayudo con mi dolor de cabeza, y mirarlo destapar la soda, significaba que no había manipulado el contenido, por lo que no estaba a punto de ser drogado nuevamente.

Tragué saliva cuando el vampiro lo alejo de mis labios, lo que significaba que dejé escapar un gran eructo en el momento que deje de tragar. Si ese eructo fue dirigido al rostro de mi secuestrador, bueno, no era mi culpa. Estaba atado.

―Encantador ―dijo secamente

―Perdí mi preocupación por las sutilezas sociales cuando le disparaste a mi amigo con plata liquida ―repliqué en un tono uniforme―. Hablando de él, quiero verlo.

La boca del vampiro se torció.

―No estás en posición de hacer demandas, pero sí, él sigue vivo.

―No deseas llevarme ante él, bien ―dije, pensando rápido―. Asumo que sabes que consigo impresiones síquicas desde un toque, así que quítame estos guantes y déjame tocarte. Entonces sabré si me dices la verdad.

𝒟𝒶𝓌𝓃 𝑅𝑒𝒹 ᴷᵒᵒᵏᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora