4. Amistad

121 9 0
                                    

Estaba siendo una tarde movidita. Por algún motivo hoy estaba entrando al club mucha gente que parecían dedicarse a la mala vida. En general había ambiente de tensión en el interior, por eso prefería estar fuera.

Cuando empezaba a escurecer el día, apareció un grupo de chicos que aparentaban ser violentos. Teníamos el club lleno a su capacidad máxima, hasta que no saliera gente no podían entrar más. Les informe de lo que sucedía pero insistieron en entrar, de pronto, un par de ellos se me empezaron a acercar de más. Los oí decir: "Tenemos que destrozar a esos Black Roses". En ese momento no supe a quién se referían pero más tarde lo supe.

Empezaron a intentar golpearme pero bloqueé bien los golpes con la defensa (o porra), pero de pronto el resto también empezó a intentarlo al darse cuenta de que estaba sola. Cada vez me llevaba más golpes, intentaba pedir ayuda a mi compañero por el walkie talkie pero no encontraba ni un segundo para dejar una mano libre para pulsar el botón. 

De pronto, me llevé un golpe en la cara, intentando llegar al botón no me había protegido bien. El oído empezó a pitarme y me quedé bloqueada por unos segundos, mareada y confundida. Me entraron varios golpes en el pecho y uno directo a la boca del estómago que me dejó sin respiración durante unos cortos segundos eternos. Caí de rodillas al suelo. Al percatarme de la gravedad pulsé el botón y dije: "Código rojo" y justo cuando sentí que iba a caer desmayada al suelo, oí una voz familiar.

Misho: ¡Fuera de aquí! La policía vendrá pronto si no queréis que os pillen más vale que corráis rápido.

Uno de lo chicos intentó lanzar un puñetazo a Misho pero él lo paró rápidamente y se lo devolvió tirándolo al suelo con un simple movimiento.

Misho: Corred.-Dijo con una sonrisa malévola casi como de villano de película.-

El grupo se disipó rápidamente y desapareció. Misho se acercó a mi, me sujetó agarrándome por la espalda y me ayudó a levantarme.

Apareció por fin mi compañero.

Iván: Perdón por tardar, dentro también había movida. Ya he avisado al jefe, no tardará en llegar. Me quedo yo aquí mientras, entrad dentro.

Misho: Gracias.-Misho me acompañó dentro.-

Yo no tenía fuerzas ni para hablar.

Nos sentamos en un sofá, Misho insistió en que apoyara mi cabeza en su regazo y tampoco tenía fuerzas para negarme así que acabé desistiendo.

Misho no decía nada, observaba el local como buscando a alguien, al poco tiempo desistió y dirigió su mirada hacia abajo cruzándose con la mía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Misho no decía nada, observaba el local como buscando a alguien, al poco tiempo desistió y dirigió su mirada hacia abajo cruzándose con la mía. De normal, hubiera apartado la mirada por vergüenza o incomodidad pero no tuve ganas de apartar la mirada, al ver a Misho, me transmitía paz. 

Empezó a acariciar el contorno de mi rostro delicadamente, mientras seguía con su expresión seria. Poco a poco mi cabeza empezó a volver a funcionar de nuevo, y no lograba encontrar la respuesta  al por qué me estaba tratando tan bien. Después de todo lo que había dicho y hecho estaba convencida de que el odio era mutuo. 

Sentí que tal vez, lo había juzgado muy pronto. Ni siquiera sabía a quien tenía a mi lado. Me entraron ganas de saber la respuesta a si tenía pareja, a qué se dedicaba o a qué dedicaba su tiempo libre. 

Mi mirada se centró en sus ojos, ese azul más claro que el cielo y el mar pero más oscuro que el blanco de fondo o que mi inocente alma.

Aunque me estaba costando recuperarme empecé a hacerlo poco a poco a pesar de que pasara algún pensamiento extraño como el anterior por mi cabeza. Misho me volvió a mirar a los ojos y esta vez no pude evitar apartar la mirada, y opté por cerrar los ojos para no incomodarme ni incomodarle.

Pasó de acariciarme el pelo a acariciarme el hombro, el brazo, hasta llegar a mi mano que tenía apoyada sobre mi estómago, aún dolorido. Las yemas de sus dedos rozaban con mis dedos suave y cálidamente, haciéndome olvidar poco a poco el dolor que sentía en el cuerpo.

Mi corazón cada vez palpitaba con menos brusquedad, sentía que me podría dormir entre sus brazos. Él dejó de acariciarme, pensé que era porque se había cansado pero de pronto me dió dos palmaditas en un hombro y me pidió que me levantara. Me senté a su lado.

T/N: ¿Qué ha pasado...te has cansado...?-Dije medio dormida tambaleándome ligeramente hacia el hombro de Misho.-

Misho: Está ahí tu jefe.-Dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalármelo.-

Me recompuse rápidamente mientras el jefe venía hacia nosotros. No tenía ni idea de qué lo conocía Misho. El jefe del club se sentó frente a nosotros.

Jefe: Ya me han informado del incidente de hace un rato. T/N, lo has hecho muy bien, puedes irte por hoy a casa, te contaré las horas como un día normal.

T/N: ¿No piensa informar a la policía? Tenía pinta de una pelea de bandas, podría volver a ocurrir. 

Jefe: Duplicaré el número de vigilantes de seguridad en el club y te subiré el sueldo, ya he hablado con el jefe de tu empresa de seguridad. Una sola llamada a la policía podría darnos muy mala fama. Descansa T/N.-Dijo levantándose del sofá.- Bien hecho.-Dijo mientras se dirigía a Misho y se daban un apretón de manos.-

Si no era raro de por si el hecho de que Misho se diera un apretón de manos con el jefe, además había que añadirle haberte fijado que, con ese apretón, Misho le había pasado una bolsita de plástico con algo en su interior.

El jefe se fue detrás de la barra. 

T/N: ¿Podemos hablar fuera? Espérame aquí, voy a cambiarme.

Después de cambiarme salí junto con Misho, dispuesta a resolver todas mis preguntas.

...

[Gracias por leer. ¡No olvides puntuar y comentar la historia! <3]

De mafioso a mi esposo [Misho Amoli y tú] FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora