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Los padres quieren mas a sus hijos de lo que se quieren a ellos mismos, una frase muy típica de los humanos. Aquella mujer cuando todos fueron a sus casas despues de buscar al crio todo el santo día, quedó desplomada en medio de la calle llorando terriblemente. Me aparecí detrás de ella sin que se diera cuenta

-Su hijo, su pequeño, su vida entera, el trocito de usted, como le quiera llamar. El no volverá

-Qu-

No le dió tiempo a acabar por el machetazo que le dí con el bate. Creo que le pegué muy fuerte, pero me daba igual. La arrastré hasta el interior de mi casa. Fue alli donde la até, y puse el cuerpo de su mugroso hijo debajo de sus pies.

No podía esperar a su reacción asi que le dí unas cuantas cachetadas para despertarla. Fueron algunas, hasta que abrió los ojos. Se sobresaltó nada mas reaccionar, miró a un lado, para el otro, y luego mira bajo sus pies. Su grito fue desgarrador, tanto como me lo esperaba.

-No se queje, al menos ya está junto a su hijito- la consolé

-¡Eres un maldito hijo de puta, me has quitado todo lo que tenia, ojala te pudras en tu puta miseria!- lágrimas salian de sus ojos

No me lo pense dos veces. Agarré el cuchillo del día anterior, que seguía teniendo la sangre de Miya. Se me formó una sonrisa en el rostro.

-¿Usted es Himeko verdad?

-...

-Bueno, Himeko, ¿quiere que le destroze los sesos con el mismo cuchillo con el que le corte el pescuezo a su inutil hijo?

-¿¡Acaso vas a matarme!? ¿¡Que clase de monstruo eres tu!? ¡A ver si tienes las bolas bien puestas!

-Conmigo no se ponga de valiente porque yo si la reviento.- mi felicidad se desvaneció

La ira me comenzó a controlar, el instinto me hizo que le apuñalara el estómago sin parar, mientras ella gritaba desesperadamente. Su sangre caía al suelo. Poco a poco fue perdiendola hasta que murió desangrada.

Solté el arma agotado y solté un largo suspiro. Con mis propias manos fui sacándole los órganos, hasta que llegue al estómago. Lo arranqué de su sitio y lo puse en el centro de la estrella.

-Satin' tibi, domine?

Esperé su respuesta mientras el humo negro invadía mi sala. Silencio.

-Volo cor- el eco retumbó su contestación

Me levanté del suelo y me dirigí por un hacha. La observé por un instante. Muerta, con la barriga abierta y cascadas de sangre bajando de ella.

-Que patética.

La logré partir en dos de un solo golpe. Rebusque en el interior, hasta que sentí su corazón, que ya no latía. Ejercí fuerza para sacarlo, era muy satisfactorio tenerlo en mis manos. Volví al centro y lo coloqué.

-Hanc familiam, mi domine, execrari volo.

-Bene, sed in futuro redde mihi

-Nec obstat, quod modo satisfecit.

Cerré los ojos y sentí su fuerte energía cerca de mi.

Shadow [SK8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora