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El ritmo de su corazón se le hacia ameno para dormir...sin embargo no podía sumergirse en el sueño cuando había algo que le tenía un tanto angustiado.

La ida de esa señora bajó el, estaba sentada en una silla tradicional de madera sobre las cuales puedes mecerte. Un Rich de 10 años se encontraba tranquilo sobre aquella mujer, acostado, recibiendo ese cariño rodeado de un hambie te hostil  que tanto le confundía de pequeño.

—Cuantos llevó?— le preguntó la mujer que fumaba tranquilamente invadiendo sus pulmones y los de su hijo de aquel humo de tabaco

Rich volteó a ver a su brazo. El cual mostraba tres quemaduras y varias cicatrices pasadas en forma de círculo.

—Tres...— le contestó Rich en un tono tranquilo, la mujer se incorporó un poco de su postura recostada para sostener el brazo del wither

—No es número par.— volteó a ver a su hijo con una sonrisa sujetó con firmesa el brazo, Rich inhalo bastante aire que soltó lentamente cuando aquel cigarro le quemó la piel apegándose en ella y dejando una cuarta quemadura circular sobre su piel.

—Anda, dame otro— Rich movió el brazo que no estaba siendo sujetado hacia la mesa de al lado de la silla y le pasó otro cigarrillo a su madre, esta encendió la muerte entre sus dedos, ese mismo tabaco que la mató un año después de cáncer pulmonar.

—No podrías quedarte un poco más?— preguntó el niño sentado sobre sus piernas —No me gusta que siempre te vayas por tanto tiempo...—

—Me voy para darte de comer.— le dijo de forma fría, el pequeño dirigió sus ojos a otra dirección —Además, siempre regreso. — reiteró —Que tal te va en las clases de karate tan caras que tengo que pagar?— le dijo en un tono algo molesto

Rich seguía sin conectar su mirada con la de ella. —Mi padre dejó de llevarme porque hice amigas y no quiere que me vuelva..."afeminado"— le contó jugando con sus dedos nervioso

—Yo le diré que te vuelva a llevar, de algo te va a ser útil para el servicio militar.— y otra vez con el servicio militar, el quería alejarse de esa vida, estaba harto de su familia, de la patria, de los valores, esa mierda de "proteger y servir" en la que nunca sintió que encajara, pero todo el mundo le decía que era perfecto para ejercer.

—A ti no te importa que tenga amigas?—

—A mi no me importa que seas maricon mientras hagas que el dinero que gasto en ti valga la pena.— su madre era una persona muy directa y fría, se podría decir que en una parte de la infancia de Rich el fue dulce como cualquier niño, pero el ambiente frío en el que creció estaba lleno de palabras que poco a poco le endurecian.

Aunque muy en el fondo...El anhelaba el cariño y la suavidad del amor, poco a poco a raíz de nunca experimentarlo, y que las pocas veces que lo sentía se le era "arrebatado", ese deseo se intensificó.

—Vale la pena... soy el mejor de esa clase...y hace poco me dieron un reconocimiento por mis buenas notas en la escuel- —

Su madre le interrumpió. —Si, si...escuchame, sabes porque me quedé con tu padre?— Rich negó con la cabeza, volviendo a acomodarse sobre el pecho de su madre. —Porque era el mejor de toda la oficina, no hay nada más atractivo que eso, el tenía todo...poder, posición, dinero... y el se enamoró de mi porque de todas las chicas en el lugar, yo era la que destacaba entre todas. Quizás ellas llegaron a ser policías pero nadie tenía un reconocimiento por la academia de medicina por excelencia. Y al día de hoy sigo haciendo cirugías que compran esos estupidos libros que lees y ponen comida en tu mesa.—

Esa clase de sermones eran muy comunes en la convivencia con su madre, solo la abrazaba mientras ella le hacía caricias en el cabello y se quejaba de lo mucho que tenía que trabajar porque el estuviera con vida

Dead Lovers - Farfarich Donde viven las historias. Descúbrelo ahora