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Jueves, 9:00 am.

Roier abrió lentamente los párpados y se incorporó paulatinamente en su cama, mirando el enorme espacio que abarcaba su habitación, los rayos de sol entraban por donde podían colarse, aunque la cortina había cumplido bien su función.

Se tomó un momento para reflexionar lo que pasaba, al borde de la cama y después de un largo suspiro se decidió a ponerse los tenis. Alcanzó el teléfono en la mesa de noche y observó las notificaciones en la pantalla.

"¿Cómo estás, pendejo? ¿Ya te moriste?"

Quacks, siempre tan lindo con sus mensajes.

"No, pendejo. Para tu mala suerte sigo vivo. Todo bien, gracias por preguntar. .l."

Siempre le causó gracia su forma de quererse, pero definitivamente lo extrañaba.

Deslizó y encontró otro mensaje, de hace 1 hora.

"Hola, Guapito. Forever y yo iremos al gimnasio del hotel, después subiremos a almorzar como se debe, por si nos necesitas."

Sonrió, le daba ternura que le avisara lo que hacían.

"¿Dónde estás, Gatinho?"

Cell se encargó de enseñarle palabras comunes en el viaje y se decidió a ponerle un apodo para hacerlo molestar, él se reía cada vez que se lo decía, así que no cumplió el objetivo totalmente.

No tardó ni 2 minutos en recibir una respuesta. Le dijo que estaban acabando, pero que aún tomarían una ducha y lo alcanzaban en el restaurante.

Se levantó por fin, caminó a la ducha y se relajó por los próximos 15 minutos, se vistió y eligió la sudadera que Cell le había comprado para completar, se arregló el cabello, pero como no estaba seco por completo logró un estilo fresco y casual. Honestamente se veía especialmente atractivo y lo sabía, le gustaba alardear de ello de vez en cuando.

Salió de la habitación y se encaminó al restaurante del lugar, se detenía algunas veces a mirar el arte colgado en las paredes, abstracto a su parecer, odiaba el arte contemporáneo porque no lo entendía, pero respetaba a quien lo apreciaba. Siguió su camino hasta su destino y se encontró con la brillante cabellera de Cell a lo lejos, a pesar de la distancia podía reconocerlo, era entrañable.

Se acercó por detrás y cuando estuvo cerca colocó ambas manos en sus hombros, cerca de sus clavículas. El gesto lo hizo saltar y apenas soltó un grito alterado, sujetando con fuerza las manos que lo sostenían, pero una vez sintió el aroma de Roier no tuvo ni qué voltearse para reconocerlo.

Roier se asomó por el costado y lo miró con una sonrisa.

–¿Qué haces, Gatinho?

–Oh, hola Roier. ¿cómo estás? Yo estoy esperando a que Forever vuelva del baño. —responde, sonriéndole con cariño.

–¿Qué vamos a desayunar? —pregunta, con un tono gracioso.

–No lo sé, ¿qué se te antoja? —aprieta sus manos ligeramente.

–Tengo antojo de un omelette, creo.

En el momento en que seguían la charla Forever entró y los miró desde la puerta del baño, con una sonrisa de burla genuina, se acercó, pero la pareja no pareció notarlo.

–¿Interrumpo algo? —pregunta, aclarándose la garganta.

Cell suelta de inmediato sus manos y Roier se remueve nervioso, alejándose un paso.

Los tres se acomodan en las sillas disponibles y revisan el menú para decidirse, así que para cuando el mozo llega están seguros de su pedido.

Cell se adelanta y pide por él, lo que provoca una mirada furtiva de su mejor amigo, que lo inspecciona con una sonrisa y Roier sólo sonríe mientras se acaricia las manos debajo de la mesa.

DRS - Spiderbear / GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora