La Última Rosa

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IV

"En medio de un antiguo jardín olvidado, se encontraba la última rosa, custodiando el secreto que daría respuesta al misterio que había intrigado a generaciones enteras."

—DESCONOCIDO

"La noche caía sobre el viejo pueblo, envolviéndolo en un manto de oscuridad y misterio. Entre las calles desiertas y las casas abandonadas, una leyenda se susurraba al oído de los valientes: la última rosa.

Según cuentan, en una antigua mansión del lugar, oculta entre la maleza y el abandono, crecía una rosa singular. Una flor tan bella y fragante, que nadie podría resistirse a su encanto, pero también portadora de una maldición que condenaba a todo aquel que la poseyera.

Las personas decían haberla visto, esbozando un brillo siniestro en la espesa penumbra del jardín. Algunos curiosos se aventuraron a adentrarse en la propiedad para desentrañar el misterio, pero nunca regresaron. Sus cuerpos desaparecieron sin dejar rastro, sumergidos en un abismo oscuro del que no había escapatoria.

Una noche, un intrépido investigador llegó al pueblo, fascinado por las historias que se tejían alrededor de la última rosa. Con su valentía y determinación como única guía, se dirigió hacia la mansión abandonada, dispuesto a descubrir la verdad.

A medida que avanzaba por los pasillos desolados, cada vez se sumergía más en el aura de terror que envolvía el lugar. La mansión crujía, dejando oír sus lamentos y secretos ocultos en cada esquina. Sin embargo, el investigador no perdía de vista su objetivo: encontrar la última rosa y desvelar el enigma.

Finalmente, llegó al jardín, donde la rosa se alzaba majestuosa, resplandeciendo con un halo enigmático. El investigador sintió una extraña atracción hacia la flor, pero también una advertencia silenciosa que parecía decirle que no debía tocarla.

Decidió hacer oídos sordos a sus instintos y extendió su mano temblorosa para acariciar los suaves pétalos rojos. En ese momento, toda la mansión se estremeció y la energía del lugar se tornó opresiva. El investigador comprendió, demasiado tarde, que había caído en la trampa.

La última rosa liberó su verdadera naturaleza, devorando al intruso con sus espinas afiladas y su veneno letal. Mientras su cuerpo se desvanecía lentamente en la nada, una risa siniestra resonaba en el viento, dejando claro que la maldición de la última rosa seguiría atrapando a aquellos que osaran enfrentarse a ella.

Desde aquel día, nadie se atrevió a adentrarse en la mansión, pero el susurro de la última rosa se mantenía presente en las almas inquietas de quienes habitaban el lugar, recordándoles que, a veces, los misterios más oscuros deben permanecer sin resolver."

El Visitante NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora