Capítulo II

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II

-¿Qué haces en mi habitación? No me digas que también eres una acosadora y vas a cobrar venganza por lo de la pintura -mi mente trabajó a toda velocidad tratando de comprender qué hacía él aquí.

-¿tu habitación? ¡Es mi habitación! pagué por ella hace meses -quien se creía que era para venir a decir que esta es su habitación.

-Ja, te habrás equivocado al leer el número de habitación. Tal vez tu francés no es tan bueno -el tono burlesco con el que habla

-Por cierto, che vista meravigliosa! -susurró. Odiaba no entender lo que decía.

-Muy cobarde de tu parte insultarme en un idioma que desconozco -su mirada se intensificó por un momento.

-¿Quién dijo que te estoy insultando?

No contesté y me di media vuelta hacia la ducha, esperaría a Bastien en el baño. La presencia del incompetente no me resultó amenazante, ya me habría hecho algo si así quisiese, su cuerpo era mucho más grande que el mio.

De camino por el pasillo, escuche su grito en la cocina llamándome. No volvería, tal vez y está vez sí me hace algo. Corrí hacia el baño y puse el seguro en la puerta, me maldecí internamente por no haber agarrado mi celular.

Unos golpescitos en la puerta me alarmaron. Busqué con la mirada que podía usar para defenderme y tomé la opción más conveniente, mi acondicionador. Lamentaba no haberle llegado a colocar un poco de cabello. Lo destape y le apunte a la puerta, esta vez sí le tiraría los ojos de ser necesario.

-Oye, bella donna  -habló desde el otro lado.

-¡Habla en inglés o francés bastardo! -grité, escuche su risa del otro lado, era muy poco ruidosa y demasiado varonil.

-Deja de insultarme ¿quieres?

-No -estaba loca si creía que abriría la única muralla que me protegía de un posible secuestrador.

-No te haré nada, muchacha. Dejaste tu shampoo en el living, por cierto, termina de ducharte y vete de mi piso. No tengo ánimo de lidiar contigo -oh ingrato.

-Por última vez, ¡alquilé este lugar hace meses! Deja de decir que es tuyo -de nueva una risa como respuesta.

El timbre resonó en todo el lugar, un silencio sepulcral quedó instalado en el aire, respire de alivio al saber que lo más probable es que sea Bastien y que vendría con ropa para mí.

-¿Ya tienes visitas? que rápido -había algo en su tono que era malicioso.

-Si es un joven llamado Bastien ¿podrías abrir? Si es otra persona, no es para mi -no respondió.

El ruido del timbre volvió a sonar, temía que llamará a recepción por pensar que me pasó algo. Callie me advirtió que era un joven muy protector.

-Acosador ¿estás allí? -pregunté.

-Deja de llamarme así, solo estaba haciendo esperar un poco a tu novio. Quiero ver la cara que pone cuando vea que una bellezza como yo le abre la puerta -quedé anonadada, que pasaba por la mente de este joven.

No me molesté en corregirle, tardaría más en abrir. Pegue la oreja a la puerta para lograr oír nada, pero solo escuche la puerta abriéndose, no escuchaba nada de la conversación. Minutos después escuche pasos acercándose a la puerta. Agradecí escuchar una voz conocida del otro lado.

-Señora Eida, ¿se encuentra bien? el joven Giacomelli me dijo que estaba encerrada en el baño -un apellido italiano hermoso, lastima su carácter.

-Sí, luego hablaremos del dichoso Giacomelli. ¿Conseguiste lo que te pedi? -ya tenía frío con esta toalla.

Un boleto a ParísWhere stories live. Discover now