Capítulo V

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Me desperté con la sensación de que había dormido de más, miré el despertador en la mesita de luz y aún faltaba una hora para que mi alarma sonará. Genial, lo que me faltaba, tener menos horas de sueño... como si no durmiese poco ya.

Mire mi teléfono y vi un correo de Camille, la diferencia de horario me estaba matando; sentía que trabajaba todo el santo día. Sabiendo que ya no podría volver a dormir me decidí por levantarme.

Puse algo de música relajante y fui directo a prepararme el desayuno, luego revisaría los correos pendientes. Este era mi momento de relajación y tranquilidad. Empecé a moverme al ritmo de la música por todo el living; hacía tiempo que no me sentía tan libre. Unos golpes en la puerta me trajeron a la realidad de vuelta, cortando toda mi inspiración.

¿Quién podría ser a esta hora?

Ajuste mi bata a mi cintura y agarre mi sartén, por precaución. Me acerque a la puerta y hable a través de ella, no era tan estúpida como para abrir sin saber quien era a este horario.

-¿Quién es? -pregunté.

-Eida, soy Alessandro.

-Giacomelli ¿qué quieres a esta hora? -Qué hacía él aquí a las cinco de la mañana.

-¿Puedes abrir la puerta por favor?

-No.

-Eida...

Suspiré y me resigné a abrir la puerta, no me gustaba que las personas me viesen en pijama, pero odiaba aún más hablar a los gritos a través de una puerta a estas horas. Era grotesco.

-Bien, ya abrí ¿contento? -Repase rápidamente el atuendo de Giacomelli, aún estaba en pijama.

-No, la música está muy fuerte. Despertarás a todos los vecinos.

Lo dejé hablando solo y fui a controlar el fuego de la cocina, no quería que mis panqueques se quemaran. Eso sin dudas arruinaría mi día.

-Es grosero dejar a las personas hablando solas, ¿no te lo enseñaron querida?

-¿Querida? no me digas así Giacomelli y, por si no lo sabes, no se invade el departamento de una persona a las cinco de la madrugada es molesto.

-¿Sabes qué otra cosa es molesta? tu música, ¿que suena? parece la escena de una película de terror.

-Es Vivaldi, podrías escucharlo para variar.

-Sé quien es Vivaldi, pero escucharlo a esta hora está perturbando mi sueño y del resto de los huéspedes.

-Por favor, la música está baja y en el piso de abajo solo estarás tú. No hay más huéspedes y nadie a quien molestar, por lo tanto te pido que no interrumpas mi momento de tranquilidad.

-Oye Eida ¿tú en algún momento descansas o siempre eres tan... ?

¿Qué significaba esa pausa?

-¿Qué? Dilo ya Giacomelli, no tengo mucho tiempo.

-A eso me refiero, eres demasiado energética y siempre estás alterada.

-Yo no estoy alterada.

-Claro que lo estás, mírate ahora -dijo señalándome.

-¡Qué rayos Alessandro!

-¿Alessandro? nunca me dices así. ¿Estás enfadada?

-No lo estoy, solo que estás colmando mi paciencia y ya casi termina la canción y no pude escuchar ni una cuarta parte de ella.

-Sí estás alterada.

-¡Claro que estoy alterada! tengo que entregar mil cosas en poco tiempo, aún no tengo nada y no sé porque rayos te estoy contando esto.

Un boleto a ParísWhere stories live. Discover now