Capítulo 3: Un fantasma

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—¿Entonces, Pacífica participará? —preguntó Candy.

Dipper y Mabel habían regresado al salón para seguir ayudando a Candy a prepararse para el certamen, y le habían comentado el motivo de su retraso. La llegada de la joven Northwest había sido sorpresiva, sobre todo para Dipper. Se sentía extraño, torpe, ansioso y nervioso. El aroma a champagne y rosas aún estaba en su memoria, y le preocupaba. Esperaba que su gemela no se hubiera dado cuenta de su estado. Pero, aunque Mabel se había dado cuenta de la extraña actitud de su hermano, puso su atención en sus amigas. No es que no le preocupara, estaba segura de que habría un momento para hablar con su hermano y encararlo. Después de todo, para el castaño le era desconocido que Mabel había escuchado cierta parte de la conversación que había tenido con la rubia, además de una conversación por chat luego de una travesía que desconocía, pero que recordaría para siempre. Una no pierde su rostro todos los días sin quedarse con traumas.

—No sabía que Pacífica estaría en este certamen. Aunque pensándolo bien, a su madre no le gusta perderse ninguno —dijo Grenda.

—Es bueno verla, pero es una mala señal —dijo Candy.

—¿Por qué? —preguntó Mabel.

—No tiene caso de que participe, ni que lo intente. Pacífica va a ganar —dijo Candy desanimada—. Un Northwest nunca pierde.

—Pero, vamos, Candy, es solo por diversión. Quien sabe, puedes estar en el segundo lugar —animó Mabel.

—Sí, la primera en perder.

—Creo que a alguien le falta un poco de positivismo al estilo Mabel.

—Es en serio, Mabel, quiero ganar. No es que sea algo que me llene, y sé que es un concurso superficial. Es solo que...

—¿Qué ocurre? —preguntó Mabel acercándose a su amiga.

—Bueno... No quiero que piensen mal de mí, pero tenía al menos una pequeña esperanza de poder ganar en este concurso —reveló Candy con algo de pena y pesar—. Sé que dije que iba a participar por diversión, pero por dentro quería ganar. Creí que tal vez sería una salida a mi predicamento: soy la única de ustedes que aún no ha tenido novio, porque me creen una nerd.

Durante el tiempo escolar, Candy había puesto su enfoque en sus estudios, tal y como sus padres querían, pero también, una meta personal que tenía era el poder tener un novio. No lo había conseguido en el verano que Dipper y Mabel habían llegado por primera vez a Gravity Falls, y tampoco lo había conseguido en el verano que ya había pasado. Los chicos lindos que le gustaban no la tenían en cuenta, solo tenían ojos para las chicas como Pacifica Northwest, quien a pesar de no haber estado en Oregon por largo tiempo, aún conservaba muchos admiradores. Rubia de ojos azules y muy popular. La inocencia de los 12 se había ido dando pase a los estándares de la nueva etapa quinceañera.

Mabel ya no estaba y Grenda tenía a Marius. Candy se sentía sola, al punto de pensar que necesitaba probar algo a los demás o, incluso, a ella misma.

—Sí, sé lo que se siente, pero no por eso me voy a inscribir en un concurso de belleza —dijo Dipper comprendiendo el punto de vista de su amiga—. Eres más que eso, Candy. Estoy seguro de que hay alguien allá afuera que valorará lo que haces.

—Extracto, amiga. Eres inteligente, hermosa y estoy segura de que serás la primera de nosotras que se graduará antes de tiempo —animó Mabel.

—Llevas clases avanzadas y tienes premios por tus proyectos en la feria de ciencias —agregó Grenda—, y esta no será la excepción. Vamos, Candy, no necesitas concursar en un tonto certamen de belleza.

—Tienen razón —dijo Candy con una sonrisa en el rostro—. Gracias, amigos.

—Entonces, ¿vas a participar? —preguntó Dipper.

Miss Gravity FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora