Capítulo 4: Los bullies

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Dipper escribía en la parte de atrás de uno de sus cuadernos. Estaba recreando el contenido del Diario 3, la parte que hablaba sobre los fantasmas. Eran 10 categorías, pero era claro que Kora era de la misma categoría que aquel leñador que buscó justicia en la Mansión de Northwest. ¿Qué les pasa a los fantasmas? ¿Acaso todos tienen algo en contra de esa familia?, se preguntó el castaño para luego darse cuenta que su cuestionamiento era tonto. Esa familia tenía un largo historial de artimañas en el pasado con tal de resaltar su apellido. «Pacífica, tú no eres como los otros Northwest», había dicho el fantasma leñador en aquel entonces, cuando la rubia había abierto la puerta al pueblo, yendo en contra de todo lo que sus padres le habían instruido por años.

Si Kora era un fantasma categoría 10, era mejor cumplir con lo que pedía: que Candy ganara la corona en el certamen de belleza. Sonaba absurdo, sobre todo porque él también pensaba igual que Candy: Pacífica nunca había perdido, y dudaba que pudiera perder en un concurso así. Debía de admitir que la joven heredera era muy hermosa. Su carácter y que tratara mal a su gemela eran características que sin duda habían resaltado y tapado su belleza para él, cuando tenía 12 años. Sin embargo, ahora las cosas eran diferentes. No sabía cuánto realmente había cambiado la rubia, pero desde ese día en la fiesta de la mansión, había logrado ver un poco de la verdadera Pacifica Northwest. Incluso lo había escrito en el diario.

—Champagne y rosas... —dijo Dipper en voz alta para sí mismo.

—¿Es parte de un conjuro? —preguntó Mabel, interrumpiendo sus pensamientos.

Dipper dió un pequeño salto de susto y rápidamente cerró su cuaderno, pues mientras estaba sumergido en sus pensamientos, subconscientemente había dibujado a la rubia.

—Mabel, no hagas eso.

—Siento asustarte. Pero quería avisarte que las chicas y yo iremos al auditorio para dar los últimos retoques antes de que Candy... o Kora, suban al escenario.

—Bien, entonces vamos —dijo alistando sus cosas,

—Si, pero tú te quedas.

—¿Qué?

—Dipper, eres un chico, no puedes entrar allí —le recordó.

—Bien. Estaré entre el público. Nos vemos después de la presentación. Y averigua si hay una forma de que pueda entrar.

Mabel cruza los brazos y mira a su hermano esperando una explicación.

—No me mires así —dijo él—. No es por lo que tú piensas. Solo trato de ayudarlas.

—Sí, ajam... Veré qué podemos hacer.

— o —

Las tres amigas entraron al backstage del auditorio donde se encontraban todas las chicas que iban a participar del certamen. Cada chica tenía una entrenadora o un maquillista que la ayudara a verse bien. Era evidente que todas tenían experiencia en estos eventos. El trabajo que tenían las tres iba a ser muy difícil.

Mabel olfatea hondo

—Ah, los olores de estos concursos. Perfume caro, fijador de cabello y desesperación —dijo Mabel—. Chicas, necesitamos organizarnos.

—Iré a inscribir a Candy y pedir el cronograma del concurso —dijo Grenda dijo para luego irse a la mesa de inscripción.

—¿Estás nerviosa?

—Un poco —dijo Candy—. Hay un fantasma dentro de mí, es inevitable estar nerviosa es morir o ganar.

—No te preocupes, Candy —la tranquilizó Mabel mientras la ayudaba con el vestido—. Dipper pensará en algo. Tiene buena memoria y estoy segura que aún puede recordar lo que decía el diario sobre los fantasmas.

Miss Gravity FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora