Escuché una pequeña alarma de reloj que probablemente marcaba las 9 de la noche cuando desperté. La luz de la lámpara iluminaba nuevamente la habitación, una manta me cubría casi por completo y la respiración de Joaquín se colaba por mi oreja dada la insospechada cucharita en la que reposábamos. ¿Me había desmayado?
- ¿Qué pasó? - Rompí el silencio.
- Te dormiste.
- ¿Cómo?
- Después de tu orgasmo, Medallón de fresa.
- ¿Cuánto dormí?
- No tanto. ¿1 hora?
- Demasiado. Tengo que hablarle a una amiga urgente.
- ¿Te traigo el teléfono?
- Por favor. Tengo que pedirle que me dé alojamiento.
- Eso ya está resuelto.
- ¿Qué? ¿Cómo?
- Hablé con la recepcionista del hostal. Le expliqué que te sentías un poco mal. Le pregunté si le quedaba alguna habitación.- Me dijo parándose y dejándome ver sus firmes glúteos y aun medio preparado miembro.
- ¿Qué te dijo?
- Se rió y me dijo que no. Pero que podías alojar aquí conmigo y que por favor tuviésemos cuidado con la cama, porque es un poco bulliciosa.- Me alcanzó el teléfono y me contagió el descaro de su risa y de la situación.
- Igual debo escribirle a mi amiga para que me cubra. Me debe varias así que todo bien. ¿Tú no tienes problema con que me quede acá?
- Uf. Muchos problemas, sobretodo que mañana debo tomar el avión demasiado temprano y no vamos a dormir mucho esta noche.- Me dijo casi en susurro mientras me volvía a abrazar por detrás.
Luego de escribirle a mi amiga, me entregué a sus caricias nuevamente. La sola idea de lo que me esperaba me devolvió la languidez y agitación. Sentí como se me pegaba a la espalda y su carne empezaba a hincharse más entre mis glúteos. De pronto recordé mi chorro e interrumpí.
- Me oriné.
- No fue eso. Solo tuviste otro tipo de orgasmo. Uno exquisito al parecer. Te dejó dormida.
- Nunca me había pasado.
- Eso me calienta aún más. Haber sido el primero que lo causó.- Habló en un susurro grave, mientras su mano separaba mis glúteos y piernas, metiendo su pene y dejándolo en mi entrada palpitante.
Seguía muy mojada y sus nuevas caricias en mi pecho y caderas provocaban más humedad. Recordé que él aún no había acabado y por eso sus ganas. Me sentía un poco en deuda y me decidí a provocarlo más. Mientras arqueaba mi espalda, parando y abriendo mi cola hacia él, pregunté:
- ¿Cómo me quieres?
- Te quiero así. Abierta. Mojada. Lista para mí.
Sin pensarlo mucho, me puse de rodillas como una gata, quedando de espaldas a él, con la cola muy levantada para darle uno de mis mejores ángulos. Llevé mis dedos de la mano derecha a mi boca y los chupé para luego llevarlos a mi mojada entrada. Cuando miré por mi costado hacia atrás para ver su reacción, lo vi de rodillas con su mano adelante y atrás, preparando su garrote y avanzando para entrar en mí. Sentí una mano en mi cadera deslizarse hacia mi glúteo para abrirlo, seguido de su punta saludando a mis ágiles y conocedores dedos, para luego posarse en mi entrada y sin piedad dejarse caer muy adentro.
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Pasantía
RomanceSon cerca de las 8:00 de la mañana cuando Nayadeth recibe el primer mensaje de Joaquín que viene llegando a la ciudad en que ella estudia. Son compañeros de programa de post grado y viven en ciudades lejanas. Hoy tendrán su segunda y última jornada...