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Mayo, 2021 Holanda.
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Escucho el timbre repetidas veces y miro el reloj de mi mesita de noche. Me quejo, me levanto y camino de puntitas hasta la entrada, mirando por la mirilla. Arrugo el entrecejo, parpadeo para asegurarme de no estar imaginando.
Abro la puerta y casi se cae antes de que lo atrape.
—Max, ¿qué haces aquí? —pregunto.
—Julie —habla bajo e intenta entrar. Lo detengo de su pecho antes de que caiga.
—Estás borracho —arrugo la nariz, lo atajo por el brazo y lo llevo al sofá.
Cierro la puerta y lo guío a la sala de estar. Se sienta y pasa sus brazos por mis piernas, aferrándome.
—No me dejes —apoya la cabeza y suspiro. Acaricio su pelo, intento quitar sus brazos.
—Estás borracho —repito—. Mejor duerme y mañana hablamos.
—Quiero contarte un secreto —como no piensa soltarme, me siento a su lado y lo miro.
—Dime —sé que dirá cosas sin sentido, así que no le doy mucha importancia.
—Pero —señala—, no le cuentes a nadie. Es un secreto —susurra, llevando su dedo anular a sus labios.
