capitulo 5 "DETRAS DEL BAILE"

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Elsa y Jack continuaban disfrutando del baile, y no se desprendían de la pista. Lo que no sabían es que ese baile estaba organizado por brujas malvadas. Estas no eran como las típicas brujas que no matan ni a una mosca.

Ellas pertenecían a un clan de las Islas Rojas, que atraían a hombres, viajeros, mercaderes e incluso hombres de la realeza a su trampa. Eran hermosas, todas ellas pelirrojas como el fuego ardiente. Primero los emborrachaban con una bebida especial que preparaban, luego los besaban y les hacían pensar que eran su pareja mientras que a los inafortunados hombres les resultaba imposible entender lo que sucedía, la vista se les nublaba, y los otros sentidos se les adormecían. Cuando reaccionaban luego de un tiempo indeterminado se encontraban en una habitación oscura, encadenados, como una prisión. Las brujas los utlizaban como esclavos y les quitaban su belleza mediante hechizos, para poder prevalecer su belleza y seguir con sus dominios sobre los hombres.

Adriana era la jefa del clan. Habían más de 40 brujas en el palacio que habían ocupado, después de capturar a sus dueños. Organizaron este baile para enriquecer su grupo de vasallos. La jefa se había fijado en Jack desde el momento en el que entró. Su pelo y su tez blancos como la nieve le atraía y no le quitó los ojos de encima mientras él bailaba. El único problema era esa chica rubia con la que estaba aquel joven. Debía deshacerse de ella para realizar su cometido.

Luego de un rato Jack le ofreció a Elsa un trago ya que llevaban bailando horas.

-¡No me tardo!

-¡Eso espero!

-¡Ah, y recuerda que te amo, Elsa!- Gritó Jack a lo lejos para buscar los tragos.

-Eso ya lo sabia. -Dijo entre risas.

Elsa se dirigió a un grupo de muchachas que adulaban su hermoso vestido para esperar a que Jack regresará con sus tragos.

Jack se acercó a la mesa de bebidas, donde aguardaba Adriana. Ella vió su oportunidad y no la iba a dejar pasar.

-Hola, ¿estas disfrutand de la fiesta? ¿Quieres que te invite un trago?

-Em, no, no, gracias. Le estoy por llevar unos tragos a mi... Bueno, mi chica. -Dijo esto último con su típica sonrisa torcida y traviesa que le atravesaba el rostro.

-Acéptalo por favor, de mi parte. - Adriana llevaba la copa de cristal que le ofrecía con un líquido rojo, demasiado extraño como para ser algo que se pueda beber. Era parecido a la lava ardiente.

Jack miró la copa, y con repulción le dijo.

-No gracias, ya tengo bebida.

-Anda, no querrás ofenderme. ¿O si? Pruébalo es riquísimo, todos aquí lo están tomando.

Esto último por su puesto que no era cierto ya que Jack había visto varias parejas tomando ponche. Pero finalmente, Jack le dijo:

-Bueno creo que....

Algo en sus ojos verdes no le resultaba confiable a Jack, pero como quería deshacerse de esa extraña dama , aceptó el trago.

La visión se le nubló al segundo de beber aquel extraño líquido. Adriana lo notó al ver cómo se tambaleaba Jack y cómo trataba de agarrase la cabeza. El efecto del trago había sido un éxito. Con Jack mareado e incapaz de moverse por su propia cuenta y Elsa distraída con las muchachas, Adriana lo tomó por su traje y lo besó. Jack no pudo resistirse por más que quisiera. Escuchaba que Adriana le hablaba, le hablaba como si tuviera otro nombre. Algo como Henrick, no podía entender muy bien que le decía. Jack pensó que tal vez lo llamaba por otro nombre para confundirlo, pero el no era tan ingenuo para caer en esa trampa. Elsa se giró al ver por qué Jack se tardaba tanto con las bebidas y fue ahí cuando lo vió.

Jack estaba besando a esa chica pelirroja. Jack... No podía ser él.... No....

Elsa sintió como su corazón se destrozaba, en tantos pedazos que quedó hecho polvo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. El chico al que amaba, la estaba traicionando el mismo día en el que le declaró su amor. *Asi que esto es el amor. Es como morír lentamente, pero el único dolor que se siente es el del corazón, el hecho de haber sido traicionado por aquella persona quién era la única por la que valía la pena levantarse cada mañana* (muy poético, no?)

Ella cubrió su rostro con sus manos, tratando de ocultar el dolor, pero este golpeaba con fuerza su pecho para salir, era demasiado insoportable para retenerlo que ya no pudo soportarlo más y desató una fuerte tormenta de nieve en el salón que hizo que las puerta y ventanas se abrieran de de un golpe, chocando contra las paredes. Una lluvia de cristales provenientes de las ventanas cubrió todo el salón, las luces cálidas de las velas que iluminaban la habitación como un cuento de hadas, se apagaron dejando todo oscuro como la noche misma. Lo único que Elsa pudo pronunciar fue: "Por qué?..."

*Por qué, Jack? Yo, creí, creí que me amabas. O eso me hiciste creer. Creer en ti fue lo más estupido que has hecho en mi vida. Eres lo peor que me pasó* pensó Elsa entre lágrimas,

Jack se inquietó al escuchar las palabras de Elsa, que eran apenas audibles, pero fue lo único que se pudo escuchar debido a las personas atemorizadas que se encontraban en el baile, quienes solo se quedaron en silencio. Él trató de caminar hasta la silueta de una chica borrosa que corría hacia las puertas del palacio. El efecto de la bebida no podía impedir que Jack reconociera a la mujer a la que ama. Se tambaleó y tropezó, pero por fin llegó a la puerta, afuera, echada en la nieve estaba Elsa, llorando desconsoladamente por la traición, aunque Jack no recordaba que había sucedido. Elsa lo vió, parado detrás suyo, un poco atónito. Se paró de un salto y echó a correr por el bosque, hacia su castillo de aislamiento y soledad, del que nunca debió haber salido.

El joven seguía perdido, vió a Elsa salir corriendo, todavia borrosamente, pero sus piernas no reaccionaban y no pudo corrrer, ni volar hacia ella. Quería gritar a los cuatros vientos que la amaba, que ella era su vida, pero las palabras no surgían de su adormecida boca. Alzó su mano, y en un intento de volar cayó sobre la espesa nieve. Trató de abrir lo más que pudo sus ojos para ver si aún podía distinguir a Elsa, pero ella ya se había marchado, tal vez para siempre, pero a la altura de su mano, yacía la corona que él le había obsequiado, y con todo el dolor que ahora albergaba su corazón pronunció su nombre que seguía grabado en la tiara. "Elsa"

jack frost y la reina elsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora