Intento

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El lugar era estrecho, la oscuridad reinaba en sus ojos y sólo el sentido de sus oídos hacía función en ese estado tan decadente. Su respiración fue controlada, incluso con la claustrofobia que sentía en su interior, no era la primera vez que lo hacía, más sin embargo, ésta era una situación un tanto diferente. Está vez, no debe ser descubierto, o todo se acabaría; los pensamientos negativos no dejaban de dar vueltas en su cabeza y para hacer las cosas más difíciles, tenía tantas ganas de orinar. «Maldición, no recordaba que ésto fuera tan insoportable, esos bastardos, ¿Cuando irán a dormir?» las pisadas a su alrededor no cesaban. «Oh, demonios» al paso de las horas, hubo un silencio total, ahora sólo el sonido del mar se escuchaba. «Ahora» justamente cuando levantaría la tapa de aquel barril escuchó la voz de su "amo" Thorfinn sólo entrecerró sus ojos maldiciendo en silencio, las horas pasaron y sí, logró, con mucho cuidado, hacer su necesidades básicas.

Un fuerte golpe despertó a Thorfinn desde el exterior del barril, al parecer algo lo golpeó desde afuera, se colocó en alerta, pero al parecer sólo era el barullo de la tripulación que bajaba, al parecer, el barco había arribado. Ni el trayecto, el hecho de entrar al barril, ni el temor a hacer descubierto hizo a Thorfinn sentir tantas náuseas como en ese instante; Estaba tan cerca de ver a Canute, tan cerca, su chico de larga cabellera y ojos grandes, tan brillantes como el cielo lo estaba esperando justo en ese lugar. Comenzó a fantasear por un par de minutos hasta que el ajetreo acabó, ese era el momento, lo haría rápido y sutil, si es que eso era posible. Levantó poco a poco aquella tapa y se dispuso a escabullirse entre los barriles como una rata en la alacena. Miraba a varias direcciones, por primera vez se sintió como una presa fácil de cazar; pero al pisar el muelle, corrió como nunca había corrido en su vida, tan libre que casi sonreía, claro, había gente, pero al parecer ninguno era de la tripulación ya que nadie le prestó atención, una vez mezclado entre la gente, podría comenzar a hacer su búsqueda implacable, no descansaría hasta encontrarlo.

— Lo digo en serio, ¿Cómo se atreve a dejar al mando a Thorkell? Esa bestia no obedece ni a su propio amo. —Al escuchar aquello de posibles seguidores del Rey, el estómago de Thorfinn volvió a sentir una presión enorme. «¿Qué es ésto? Es cómo si no quisiera verlo, pero al mismo tiempo deseo hacerlo con todas mis fuerzas» Se quedó pensando por varios segundos, tal vez minutos, pues el tiempo devolvió relativo, fué como si se desconectara del mundo.

— ¡Ajá! Sabía que olía a ganado. —Los ojos de Thorfinn se abrieron de inmediato al reconocer aquella voz del hombre que tocaba su hombro, al parecer lo habían descubierto. Dió un salto alejándose de inmediato para colocándose en posición de pelea, no, no será ese día en que lo regresen a la esclavitud, no sin antes haber logrado su cometido.

Y entonces, detrás, como si fuese obra del destino, o un chiste malísimo por parte de algún Dios de las casualidades, miró a un chico con cabello rubio, tan corto que ni siquiera lograba rozar sus hombros, ojos azules como el cielo y pestañas largas, su corazón se detuvo, así como el tiempo, pues ese par de ojos lo observaban, una presión sujetó sus brazos y cuando volvió a la realidad, ya se encontraba acorralado.

— Canute. —Susurró apenas audible, pero el sólo movimiento de labios confirmó lo que anterior principe había sospechado, sí, se trataba de Thorfinn.

— ¡Sueltenme! —Gritó Thorfinn mientras forcejeaba— Necesito hablar con... —Un fuerte golpe a su estómago lo hizo callar colocándolo de rodillas y los desdichados se aprovecharon del momento para continuar el maltrato hacia el joven esclavo.

— Eres un mal agradecido.
— Deberíamos terminar con tu desgraciada vida. —Escupieron sus opresores.
— Te daremos de comer a los cuervos, ni tus pulgas te lloraran.

— Alto. —Habló firme y claro el Rey de Dinamarca sin tener que alzar la voz para ser escuchado- Si tienen problemas con éste hombre, pueden arreglarlo fuera, aquí no derramarán sangre. -Le dió una mirada imponente a Thorfinn, como si guardara un terrible sentimiento, muy diferente a la mirada arrepentida del esclavo. Canute se acercó a uno de sus seguidores de confianza.

— Encierrenlo en el calabozo.
— ¿Pero es nuestro escla...?
— Será entregado al finalizar la reunión, justo antes de su partida. —Culminó el Rey.

.

Thorfinn pudo esperar cualquier escenario, desde el romántico, hasta el más desafortunado, como ser asesinado desde antes de lograr verlo, pero no ese, no esa reacción, no esas palabras con esa mirada tan fría, pareciera ser que Canute no era el mismo, incluso su cabeza trató de engañarlo «No era él, no me reconoció, estaba fingiendo» su mente daba vueltas al igual que él en aquella oscura celda cuando de pronto, el sonido de unos pasos se escucharon entrar, Thorfinn suspiró, sin saber que, a sólo unos pasos, se encontraba Canute, éste se tocaba la cicatriz recordando el pasado, las ansias de hablar, eran las mismas que las de aquel chico dentro de aquella celda pero algo le detenía, quizás sus sentimientos encontrados. Thorfinn volteó, pero no logró ver nada, a excepción de una capa roja que pupulaba cerca del suelo; Aquello lo hizo soltar una pequeña risa casi inaudible, sarcástico.

— ¿Qué? ¿Vienes a reírte? Vamos, dignidad es lo que menos me queda.

— Por más que lo quisiera, no haría tal bajeza. —Respondió Canute saliendo de su escondite con una sonrisa altanera a brazos cruzados. Caminaba lentamente mientras se acercaba aquella celda, manteniendo distancia, claro.

Thorfinn respondió con una sonrisa, abrazaba sus rodillas en el suelo, definitivamente no se sentía ni la mitad de feliz que cuando era esclavo y eso ya era decir mucho.

— ¿A qué has venido? —Replicó canute.
— A verte.
— ¿A verme?
— ¡A verte! —Respondió con fuerza levantándose para ir directo hacia él, Canute sólo retrocedió dejando ver que aún le tenía un poco de ¿Respeto?.

— ¿Entonces vienes a eso? —Suspiró tocando su barbilla, ahora un poco áspera— Está bien, sabía que éste día llegaría, aunque siendo honesto, creí que te habías arrepentido. —Miró hacía Thorfinn con aires tristes.

Canute no podía creer que aún deseaba matarlo, pero era Thorfinn, después de todo hizo lo mismo con Askeladd, sabía que era el tipo de persona que no olvida. Por otra parte, Thorfinn lo miraba confundido, ¿A qué se refería con "arrepentirse"?

— Canute... —Se acercó hasta tomar ambos pilares que lo mantenían preso— Acércate, déjame verte. —Sus ojos miel lo deseaban, sabía que no podía estar ni un momento más lejos de él.

Aún con la guarda alta, el rey, se acercó lentamente, hacía el barandal. No sabía cómo, ni de qué manera lo hacía, pero cuando Thorfinn le hablaba, el rey Canute ya no existía, al menos por un instante. Y entonces apareció, la pequeña sul de la luna iluminó su rostro haciendo énfasis en aquella marca sobre su pómulo, la mirada que le daba esa vez, fué oscura, cansada y Thorfinn lo notó.

— Lo siento... —Estiró su mano para tocar aquella cicatriz pero en ese instante Canute retrocedió.

Su respiración se aceleró y Thorfinn lo logró notar en su pecho, aún con todo eso encima, estaba asustado, no bajó su mano en ningún momento y pudo notar como poco a poco Canute se fué acercando hasta lograr tocar su rostro, notó como cerró sus ojos como un pequeño cachorro recibiendo una caricia, completamente necesitado de amor.

— Eres tan distinto... —Susurró Thorfinn con un todo de nostalgia.

Y como si ubiese encendido un interruptor dentro de él, abrió sus ojos tomando con fuerza la mano que antes le acariciaba y la apartó.

— Limitate a hacer lo que viniste a hacer. —Soltó su mano y volvió a alejarse.— si es que puedes lograrlo. —Y así, salió de aquel lugar completamente molesto, o eso fué lo que Thorfinn había notado, ahora se encontraban dos "adultos" completamente confundidos.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2023 ⏰

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