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RUINED DATE

☆゜·。。·゜゜·。。·゜★


Eddie metió la pata.

A lo grande.

No necesitaba que nadie se lo dijera, que nadie se lo restregara. Simplemente sabía que la había regado.

Aquella noche, mientras tú esperabas en el restaurante, pacientemente, vestida con una de las prendas favoritas de Eddie que te hacia ver espectacular, él había estado ocupado con una campaña improvisada. Olvidando por completo que ustedes dos tenían planes para cenar.

Cuando llegó a casa esa noche y vio la camisa abotonada de su tío planchada en el respaldo del sofá, se le cayó el corazón. Tan bajo que juró que lo tenía en los pies. Agarró el teléfono con manos temblorosas, murmurando y maldiciéndose. 

Ya había metido la pata varias veces, pero nunca había sentido tanto pánico. Por meter la pata, siempre han sido cosas del tipo: se olvidó de que había un examen, se olvidó de poner gasolina en el coche de su tío. Nunca contigo. Nunca para hacerte daño.

Se sentía como el mayor imbécil del mundo, y Eddie conocía a muchos imbéciles.

—Contesta, por favor, contesta— Murmuró para sí, con los ojos cerrados mientras los tonos sonaban en el teléfono. Cuanto más se alargaban, más seguro estaba Eddie de que no contestarías el teléfono. De que estabas sentada en tu cama, con tu precioso cabello esparcido por la almohada y ese vestido que tanto le gustaba.

—Maldita sea—Maldijo, cerrando de golpe el teléfono y colgando la llamada antes de correr hacia el cuenco que había junto a la puerta de la caravana, revolviéndolo todo para encontrar sus llaves. Ni siquiera estaba seguro de si llevaba zapatos o no cuando salió corriendo por la puerta, apenas consiguió arrancar el coche antes de pisar a fondo el acelerador y salir marcha atrás como un demonio.

Probablemente no lo admitiría porque sabía que lo regañarías, pero sin duda iba a gran velocidad y no se detuvo en las señales de "Alto" cuando se dirigió a tu casa. Aunque llegó en un tiempo récord, le pareció el viaje más largo de su maldita vida.

Al entrar en tu casa, se dio cuenta de lo húmedas que tenía las manos. Estaba nervioso. Totalmente petrificado.

Estaba temblando cuando salió del coche y miró hacia la ventana de tu habitación. Tu luz estaba encendida. Estabas ahí arriba.

Eddie estaba acostumbrado a entrar y salir a escondidas de tu dormitorio, pero nunca así. El corazón le latía tan deprisa que estaba seguro de que se le iba a salir del pecho. Nada importó y comenzó a subir.

Una vez arriba, se asomó a tu habitación para asegurarse de que estabas sola. Y así era. Sentada en tu cama, con una gran sudadera y las piernas bajo la manta, mirabas fijamente al techo.

A Eddie se le estrujó el pecho y no pudo evitar llamar a la ventana de inmediato. No tenía tiempo que perder.

Diste un respingo, casi cayéndote de la cama mientras te llevabas la mano al pecho, mirando hacia la ventana con los ojos entrecerrados para ver quién estaba allí. Te relajaste un poco cuando viste de quién se trataba, pero tus facciones se transformaron en una expresión de fastidio en menos de un segundo.

ONE SHOTS - Eddie Munson [TRADUCCIONES] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora