Capitulo 8

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Suspiro dramáticamente con mis nuevos guarda espaldas a mis lados.

—¿Por qué decidí ser actriz? Se que tengo un increíble talento y todo eso, pero, ¿por qué no podía ser veterinaria?

—Creo que ya te respondiste. — me da una mirada de pocos amigos mientras abre la puerta de mi casa frente a mí.

—¿siempre es así de obstinado? — pregunto mirando hacia

—Más de lo que debería.

—Mira hacia el piso y no...

—No respondas, ya lo se. No llevo dos días en esto.

Camino apresuradamente con mis lentes de sol evadiendo a los insistentes reporteros que intentan sacarme una foto.

—¿Le fuiste infiel a Adam Hamilton? —logro escuchar entre tantos gritos.

Al ser una figura pública básicamente pierdes cualquier ápice de humanización de tu cuerpo.

Sonrío amablemente, aunque quiera sacarle mi dedo corazón, entro a mi auto y empezamos a rodas por las calles de Hollywood.

—¿Podemos detenernos en un Starbucks?

—Va tarde señorita Evans.

—¿Desde cuándo me importa?

—Desde que tienes que llegar temprano a las inauguraciones de las grabaciones.

—Ya suenas como Paige.

—Es que estoy en el teléfono idiota.

—No escucho nadaaa, quiero mi café.

Nos detenemos justo en la reja para identificarnos y me entregan un carnet que coloco en el cuello.

Unos cuantos minutos después mis tacones repiquetean en el piso de marfil de la increíble mansión de nuestro no tan humilde director.

Tuve que volar desde Venecia de emergencia, por todo el problema de los medios y la verdad es que no tardaron mucho en ubicarnos, fue un completo caos llegar al aeropuerto y al llegar si, se puso peor. No sé cómo casualmente el imbécil ególatra apareció ahí, y si, sé que yo también tengo la culpa, pero no era necesaria una junta con sus abogados en nuestra fiesta de inicio del rodaje. Así que entro a una de las oficinas que me indicaron anteriormente y la verdad es que mi abogada no ha llegado, solo quiero ver que van a obligarme a hacer.

Toco la puerta y me indican que pase, así de casi automáticamente conecto con esos ojos azules que me miraban con indiferencia y más que todo fastidio.

—Bienvenida señorita Evans, lamentamos interrumpir su noche.

—Unos más que otros sí. Vamos al grano.

—Entiendo que tuviste un mal entendido con mi representado, pero queremos evitar las consecuencias y amortiguar el daño causado en todos lados.

—Han pasado días, ya es prácticamente imposible hacerlo desaparecer de internet.

—Lo que el señor Hamilton propone es limitar cualquier tipo de comunicación que no sea totalmente profesional.

—¿El señor Hamilton no habla? — respondo mirándolo directamente a los ojos.

—No voy a desperdiciar mi saliva con alguien que no lo merece.

—Creo que ya la desperdiciarte... no se. ¿en Italia?

—Tú me obligaste.

—No te veías muy molesto.

—No te creas tan especial, rubiecita.

—Disculpen por llegar tarde— exclamó Paige ¿tú que haces aquí?

—Llegué temprano.

—Tu nunca llegas temprano. —se sienta y junta sus manos sobre la mesa. —hagamos limpieza de medios, no hay que revelar absolutamente nada del proyecto, no pueden verlos juntos bajo ninguna circunstancia. No haremos esas cosas de parejas falsas porque mi livvie puede ser un poco estúpida pero el tiempo es dinero. Deja su cabello pelirrojo caer del lado derecho de su cabeza.

—En... entiendo.

—Claro que entiende. Vamonos.

La noche transcurrió con normalidad (mas de la que esperaba en verdad), llegó el momento de hacer un brindis y las resplandecientes copas se hacen visibles por toda la sala.

—Les agradezco a todos por asistir a mi humilde morada, es un placer para mi empezar este nuevo proyecto con estos increíbles talentos, tales como son Adam Hamilton y Olivia Evans, son mis estrellas y daremos todo por hacer arte.

Le dedico una cara de seguridad y saludo mientras mas de 100 personas nos aplauden. Creo que jamás me podré acostumbrar a ser el centro de atención casi todo el tiempo.

Miro la hora en mi celular y noto que son pasadas las doce de la noche, decido que ya he socializado lo suficiente y me dispongo a caminar hacia la entrada para encontrarme con mi camioneta, pero antes de que pudiera acercarme mas a ella, uno de los meseros toca mi hombro con una delicadeza inexistente y me entrega una servilleta perfectamente doblada.

"Pensé que las flores alegrarían tu semana, deseo ver tu ceño fruncido muy pronto. Att:A.D"

Instintivamente volteo a mis lados, como si obviamente la persona que la envió no estuviese muy lejos.

¿Ahora tenemos 16 años de nuevo? Me rio un poco con la apresurada nota en mi mano y la guardo en mi minúsculo bolso. Es divertida esta sensación de incertidumbre, pero no me haré muchas ilusiones, en este entorno no hay tiempo para estar en las nubes.

—Gracias.  — le guiño un ojo y sigo mi camino hacia mi auto.

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