Cómo una película de terror.

Adaptarse es sobrevivir.

Advertencia: esta historia contiene monsterfucker, bl, violencia descriptiva, traumas y muchos más trigger warnings.

...

Todo ser vivo evoluciona para adaptarse a su ambiente por más hostil que sea, ocurre con humanos y animales. Los humanos crean mecanismos de defensa y junto a los animales evolucionan, pero algo en particular tienen los animales y humanos por más distintos que parezcan, la forma en que utilizan el aprendizaje y lo almacenan para sobrevivir.

Para la creación de seres vivos hubieron muchas fallas, muchas criaturas que el ser humano ha visto extinguirse poco a poco, a veces por mera acción de la naturaleza, en otras ocasiones ha sido por la misma maldad humana que arraiga el planeta tierra. Se esperaba que esto no ocurriera con número Cuarenta y uno.

Jackie le explicaba ciertas cosas acerca de Cuarenta y uno: —Verás, el cambio que ha experimentado en esta ocasión es debido a que se acerca su época de apareamiento. —Williams interrumpió. —Y quizá haya sido por algún motivo que esta vez su comportamiento ha sido atraído hacia un humano.

Los dos hablaron al unísono. —A lo que nos referimos... Es que quizá tú tengas algo que ver. —Esta mujer y este hombre parecían uno solo al hablar de la teoría que crearon y que concluyeron antes de que Víktor llegara al edificio y entrara por esa puerta sellada en metal.

—Okay, creo que estoy entendiendo, ¿Creen que quizá si Cuarenta y uno tiene acceso a mis feromonas su celo se pueda disparar de inmediato?

Ambos científicos asintieron.

A Víktor todo este plan le parecía una broma de mal gusto, después de todo la criatura estaba pasando por una transformación aberrante. Solo era ver cómo sus colmillos se veían más afilados que la primera vez que los vió, sus garras estaban más largas y sus brazos, espalda y piernas habían obtenido más musculatura durante la noche. Acelerar el proceso y exponer a un humano a esta situación sería como lanzarlo a la cueva de un lobo hambriento de carne. Definitivamente no iba a aceptar a entrar en la misma habitación que esa criatura que lucía tan espantosa.

—Es tu trabajo. —Escuchó a la encargada que paseaba por los pasillos de vez en cuándo, murmurar detrás suyo. Se giró bruscamente y con ojos asustados la miró, implorando piedad con una mirada lastimera. —Cualquier avance que nos sirva para mantener felices a esos ancianos que financian el proyecto, es una oportunidad. —Víktor tropezó con sus pies y cayó al piso al ver a la mujer acercarse tan peligrosamente a él, y se sujetó del cristal blindado detrás suyo palmeando terreno. —Firmaste esos papeles doctor Víktor Newman, ahora abstente a las consecuencias de no haber leído la letra pequeña de las diez hojas que tuviste que firmar.

—¡P-pero señora, se lo ruego! —Víktor se sacó su mascarilla y gorro de tela para mostrar su rostro convertido en una perfecta escena de terror.

"No pueden hacerme esto, no pueden hacerme esto..."

Un estruendo llamó su atención.

Entonces escuchó como el monstruo tras la ventana se apegaba al vidrio, lamiendo con su lengua viscosa el cristal, observó cómo la bestia gigantesca respiraba entrecortadamente y lo miraba con un instinto depredador que le hacía dudar aún más en si acercarse a eso.

Suspiró y se levantó, aún sintiendo sus piernas temblar.

—Lo haré.

...

Le hicieron encontrarse a solo unos pasos de la puerta de metal que resistía a la criatura. Sonó un pitido y una luz roja arriba de la puerta se iluminó, indicando que ya estaba abierta para el libre acceso. Hizo el primer movimiento para adentrarse a la habitación y enfrentarse cara a cara con el monstruo de dos metros de largo.

Vio su torso contorsionarse y voltear verdaderamente hacia su dirección, esta vez no intentó asustarlo girando su cabeza como un búho, sino que, en esta ocasión se mantuvo en su lugar y con los dedos de una de sus manos hizo el ademán para que Víktor se acercará, con una sonrisa eterna en sus mejillas que parecía casi dolorosa.
Una voz carrasposa y atractiva provino de Cuarenta y uno.

—Acércate humano, no te comeré si eres inteligente y me obedeces. —Habló el ente que le cubría una piel oscura por todo su cuerpo, flexionaba sus piernas en cuclillas, la mirada depredadora seguía cada movimiento del cuerpo del científico, sus garras estaban aferradas al piso metálico, creando un estruendoso sonido molesto para los oídos. ¿Trataba de intimidarlo con ese ruido tan agudo? Se escuchaba como tiza chocar con una pizarra, el chillido de lo insoportable. Sabía que sería molesto para el humano soportar sonidos molestos y extraños, por eso jugaba ahora con este entretenido hombre joven.

—No te comeré, solo déjame probarte un poco. —Dijo gruñendo amorosamente, estaba encantado por este espécimen humano de calidad, con una carne tan tierna.

Víktor tragó grueso tras oír esas palabras salir del monstruo... Prontamente comenzó a toser debido a que la habitación se tornó de un aroma espeso en el aire, ¿feromonas? Este monstruo era inteligente y sabía aprovechar cada pequeña cosa de sí mismo. Se sentía aturdido por el gran golpe que significó para su nariz oler las feromonas de la bestia, sentía como si el piso estuviera temblando debajo de sus pies, y se sintió vulnerable al ver que la criatura se acercaba cada vez más, encantandolo.

—¿No deberías aparearte con una hembra en vez de un macho? —El humano tapó su nariz con la manga blanca de su bata para no absorber con cada inhalación las feromonas.

—Tonto humano, ¿Ves alguna hembra por aquí? —Número 41 sonrió perversamente, tragando la saliva que su cuerpo estaba produciendo en exceso, por el deseo de devorarlo de todas las formas existentes. El humano hizo caso omiso a la aparente necesidad de contacto del monstruo.

—Tenemos que comprobar una teoría, solo no me ataques.

Los ojos de la bestia se abrieron al escuchar eso, su sonrisa eterna se extendió aún más, mostrando sus dientes afilados como los de un tiburón.

—¿Hacerle un favor a un humano? No, no me parece adecuado.

...

Bueno, he decidido que continuaré esta historia aunque no tenga ni un mísero seguidor jashsjshjshs. Al menos podré decir que nunca me quedé con las ganas de escribir una historia.