Paraphrosýnê

Castigo

Dos días antes de la boda de Qin y Hades, en el templo de Zeus...

Se encontraba Hades en una terraza privada del lugar. El rey del Helheim se encontraba sentado sobre el barandal de piedra, disfrutando junto a una copa de vino de la vista, ya que justo allí se podía apreciar tanto la belleza del Olimpo a la distancia, como la fiesta que se estaba desarrollando en el patio inferior, la cual se suponía era en su nombre pero que a él no podía importarle menos.

Hasta hace un par de horas, el peliblanco se encontraba tranquilamente jugando ajedrez con Belcebú (acompañados de su amada Perséfone), cuando fueron interrumpidos por la abrupta llegada de su hermano Zeus, quien,  junto a Adamas y Hermes, se llevaron prácticamente secuestrado al rey hacia la "despedida de soltero" que le habían organizado, la cual, naturalmente, Hades nunca pidió pero a la que tampoco tuvo la opción de no asistir.

De ese modo, el ojilila había llegado a su situación actual, porque aunque trató de disfrutar de aquella reunión pues en ella estaban disponibles toda clase de bebidas, bailarinas y chicos lindos dispuestos a atender todos los deseos de todos invitados (en especial los del futuro novio), lo cierto es que al dios no le gustaban los lugares concurridos, y ademas, a él le pareció que ninguno de los presentes podía compararse en belleza a SU emperador; pero para no arruinar el ambiente festivo de la reunión, él prefirió escabullirse silenciosamente hacía aquella terraza.

Para Hades, estar sentado allí, era mucho más divertido que estar dentro de aquella bulliciosa fiesta. No obstante, después de un rato, escuchó que alguien entraba en el lugar -¡Al fin encontré al festejado!- comentó Zeus con un gesto exagerado -Acompáñame Hades, quiero presentarte a alguien que "preparé" especialmente para ti- expresó el anciano con un gesto lascivo.

el peliblanco solo levantó una ceja por la desvergüenza de su hermano menor- Zeus... yo sé que a ti te encantan esa clase de cosas y de verdad te agradezco que te tomaras la molestia de organizar todo esto, pero ya sabes que yo no soy como tú...- concluyó con calma, tomándose lo último de su copa.

El dios del rayo suspiró y luego se acercó al otro -A veces puedes ser un poco aburrido hermano, pero bueno, como me imaginé que dirías algo así, también te preparé esto – comentó al tiempo que sacaba una pequeña caja negra que le ofreció al más alto.

- ¿Qué es esto? -cuestionó el ojivioleta mientras abría el paquete para descubrir que se trataba de un estuche que contenía seis botellas de cristal con liquido rojo - ¿Me estas regalando Paraphosýnê? -preguntó bastante sorprendido – Zeus... sabes que yo nunca he querido o necesitado usar esto – concluyó algo ofendido.

-No te enojes- comentó el anciano de forma cautelosa – Si no lo quieres usar esta bien, pero te lo regalo porque gracias a "esto" yo he disfrutado algunas de mis mejores noches... además, me parece que tu emperador es alguien de los que disfrutan de esta clase de cosas- comentó convencido el dios padre.

No obstante, Hades seguía mirando al otro de forma desconfiada pero finalmente suspiró y cerró el estuche, dejándolo de lado -Mira Zeus, agradezco tus buenas intenciones pero te recuerdo que esta prohibido darle paraphrosýnê a un humano porque podrían no resistirlo o tener consecuencias inesperadas- mencionó con calma el albino mientras se masajeaba su frente con algo de frustración.

-Lo sé, pero te recuerdo que Qin no solo fue capaz de enfrentarte, sino que ademas, fue capaz de sobrellevar la maldición del Helheim en muy poco tiempo; así que estoy seguro de que para él, esto no será más que un afrodisíaco potente que logrará que los dos se diviertan mucho- concluyó el pelicano mientras levantaba los hombros con despreocupación -Bueno, te dejo... y hermano, deberías entrar a la fiesta porque, aun si no quieres "divertirte" con nadie, al menos deberíamos seguir brindando por tu felicidad- comentó el anciano mientras se retiraba del lugar pero antes de irse, escuchó: