Capítulo 21 - El Latido Eterno

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La penumbra de la noche comenzaba a extenderse sobre la playa, y León continuaba su camino con pasos decididos. El cielo estaba salpicado de estrellas brillantes, como pequeñas linternas en la oscuridad, recordándole la constancia de la luz incluso en los momentos más sombríos. El cuaderno, su fiel compañero, reposaba en su bolso, una reserva de palabras y emociones que le habían proporcionado consuelo en su viaje.

El latido de la ausencia resonaba en su pecho, un recordatorio constante de lo que ya no estaba pero que seguía dejando una huella profunda. El amor que había compartido con Clau era como un eco en el silencio, un latido eterno que persistía a pesar de la distancia física.

"En el regazo de tu piel, encontré la paz que anhelaba", susurró León al viento, permitiendo que las palabras fluyeran en la noche. Cada vez que pronunciaba esas palabras, sentía cómo el lazo entre él y Clau se reforzaba, como un hilo que los unía a través del tiempo y el espacio.

El faro de tu amor, pensó León mientras observaba las olas romper en la orilla, liberando destellos de luz en la oscuridad. Aunque Clau ya no estaba a su lado, el amor que compartieron seguía siendo su guía, una luz que lo orientaba en medio de la incertidumbre.

Se sentó en la arena, el cuaderno entre sus manos, y comenzó a leer las palabras escritas con cuidado. Cada frase era como una ventana a los pensamientos y sentimientos de la joven misteriosa, una invitación a explorar su mundo interior y comprender más profundamente la conexión que habían compartido.

"Somos como las estrellas", murmuró León, dejando que sus ojos se perdieran en la vastedad del cielo nocturno. Las estrellas eran faros de esperanza en la oscuridad, un recordatorio de que el amor y la belleza seguían presentes incluso en los momentos más desafiantes.

El cuaderno era un tesoro de recuerdos, una prueba tangible de la intensidad de su experiencia compartida. Cada página era un fragmento de su historia, una exploración de las emociones que habían tejido el vínculo entre ellos.

"En el regazo de tu piel, encontré la paz que anhelaba", murmuró León una vez más, con gratitud en su voz. Aunque la ausencia podía ser abrumadora en ocasiones, el amor que había experimentado seguía siendo su refugio, su ancla en medio de la tormenta.

El cielo nocturno estaba ahora salpicado de estrellas, como un manto de luces titilantes. León cerró el cuaderno y lo guardó en su bolso, sintiendo cómo cada página era un testigo silencioso de su viaje interior.

Con cada paso que daba en la playa, León avanzaba hacia el futuro con valentía. La noche lo rodeaba como un misterio esperando ser desentrañado, y él estaba dispuesto a enfrentar los desafíos que vinieran con la misma determinación que lo había llevado hasta allí.

"En el regazo de tu piel, encontré la paz que anhelaba", murmuró León una vez más, sus palabras llevadas por el viento nocturno. Y así, en medio de la oscuridad y la ausencia, León seguía avanzando, guiado por el latido constante del amor y el eco eterno en el silencio de la noche.

𝓐𝓻𝓻𝓾𝓵𝓵𝓸 𝓭𝓮 𝓔𝓼𝓽𝓻𝓮𝓵𝓵𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora