Capítulo 3 - Un Arrullo de Estrellas Perdidas

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El viento susurraba suavemente en la noche, acariciando las hojas de los árboles y llevando consigo ecos de un tiempo que ya no volvería. León estaba sentado en la orilla de un pequeño lago, sus ojos fijos en la superficie oscura donde las estrellas se reflejaban como destellos intermitentes de esperanza. Había algo en ese lugar que le recordaba a Clau, algo en la tranquilidad de la noche que traía a su mente su voz suave y sus ojos llenos de misterio.

El recuerdo de su primer encuentro seguía vivo en su corazón, como un faro en medio de la oscuridad. Clau había aparecido en su vida como un regalo inesperado, como un refugio en medio de la tormenta. En el regazo de su piel, León había sentido una calidez que lo envolvía como el sol en una tarde de verano. No había nadie como ella, nadie que pudiera hacerlo sentir de esa manera, en un arrullo de estrellas.

León suspiró mientras su mente volvía a recorrer los momentos compartidos. Desde las risas en el parque hasta las conversaciones profundas bajo la luz de la luna, cada instante con Clau había sido un tesoro en su vida. En un páramo de luz, habían explorado juntos los rincones más profundos de sus pensamientos y anhelos. Habían dejado atrás el dolor que alguna vez los atormentó, despojados de las cargas que habían llevado consigo durante tanto tiempo.

Sin embargo, en el río de sus recuerdos, León también sentía el frío toque de la pérdida. A pesar de la conexión que compartían, las circunstancias los habían separado. El abismo entre ellos parecía extenderse hasta el final del infinito. Los ríos púrpura de sus emociones habían llevado sus caminos en direcciones diferentes, y León anhelaba con desesperación la forma de regresar a la fuente de aquel amor tan profundo.

Cerró los ojos y en su mente, vio el rostro sereno de Clau, la manera en que la luna iluminaba sus rasgos suaves. Había sido su ángel de la guarda, su guía a través de momentos oscuros. Entre las alas invisibles de su amor, León había dormido profundamente, encontrando consuelo y refugio en su presencia. En su mirada compasiva, había encontrado la fuerza para crecer, para soñar, para ser vulnerable y auténtico.

León susurró su nombre en la brisa, como un eco perdido en la vastedad del universo. "Clau", sus labios pronunciaron el nombre que llevaba en lo más profundo de su ser. Sabía que había un espacio en su alma que solo ella podía llenar, una conexión que trascendía el tiempo y el espacio. A pesar de la distancia, su amor era eterno, una llama que nunca se apagaría.

La noche continuó avanzando, las estrellas brillando como faros en el cielo oscuro. León sabía que su camino no estaba completo, que la historia entre él y Clau aún no había llegado a su fin. En algún lugar, en algún rincón de la vasta existencia, sus caminos se cruzarían nuevamente. Y mientras esperaba, permitió que el arrullo de estrellas lo envolviera, llevándolo a un lugar donde el amor y la pérdida se entrelazaban en una danza eterna.

𝓐𝓻𝓻𝓾𝓵𝓵𝓸 𝓭𝓮 𝓔𝓼𝓽𝓻𝓮𝓵𝓵𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora