Capítulo 8 - Entre las Sombras de la Memoria

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La suave brisa de la noche acariciaba los cabellos de Clau mientras se encontraba en el jardín, observando las estrellas brillantes en el cielo oscuro. Una melodía suave, tejida con recuerdos y emociones, resonaba en su mente. Cerró los ojos y dejó que la música interna la llevara de regreso a esos momentos compartidos.

"En el faro de tu amor...", susurró Clau para sí misma, sus labios moviéndose al compás de las palabras familiares. Recordó las tardes bajo el sol cálido, las risas compartidas y la sensación de estar en el regazo protector de León. Pero a medida que la canción avanzaba en su mente, el tono se volvía más melancólico.

En el regazo de tu piel... Las lágrimas comenzaron a empañar los ojos de Clau mientras la voz interior cantaba. Recordó la textura de la piel de León bajo sus dedos, la calidez de su abrazo y la manera en que solía buscar refugio en él. La sensación de pérdida creció en su pecho, como un nudo apretado que amenazaba con ahogarla.

"Me dejo llevar al sol... Es que no hay nadie como tú...", murmuró Clau, su voz temblorosa. El recuerdo de los momentos compartidos brillaba como estrellas en su mente, pero también sentía la ausencia de León como una sombra persistente. Un vacío que no podía llenar, una tristeza que no podía ignorar.

Las notas continuaron, y Clau se aferró a la música como un lazo frágil con el pasado. "En un arrullo de estrellas...", susurro, dejando escapar un sollozo silencioso. Se preguntó si León también estaba mirando las mismas estrellas en algún lugar, si sentía el mismo anhelo que ella.

"Te lo digo desde el alma... Y con el corazón abierto...", las palabras se entrelazaban con su dolor y su amor. La distancia que los separaba se sentía abrumadora, pero Clau sabía que las huellas de León aún estaban grabadas en su corazón.

Despojados del dolor... La canción continuaba, recordándole la promesa de un reencuentro en algún punto distante del infinito. Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora eran lágrimas de esperanza mezcladas con la tristeza. Una esperanza que parecía brillar como las estrellas en el cielo nocturno.

Con un último suspiro, Clau dejó que las notas finales de la melodía se desvanecieran en su mente. Aunque la pérdida era aguda y el amor a veces parecía doloroso, seguía creyendo en el arrullo de estrellas que los unía. Se secó las lágrimas y alzó la vista hacia el cielo, donde las estrellas continuaban brillando, recordándole que el amor trasciende el tiempo y el espacio.

Entre ríos púrpura... Clau sintió que León estaba cerca, en cada rincón del universo que exploraban juntos en su memoria. Su amor eterno, su ángel de la guarda, seguía cuidando de ella desde las alturas celestiales.

María llena eres de gracia, ah-ah-ah... Las palabras resonaron como una bendición, una oración en honor al amor que compartían. Clau se quedó allí, en medio de las sombras de la memoria, permitiéndose sentir el amor y la pérdida en su corazón, sabiendo que algún día, en el infinito, volverían a encontrarse.

𝓐𝓻𝓻𝓾𝓵𝓵𝓸 𝓭𝓮 𝓔𝓼𝓽𝓻𝓮𝓵𝓵𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora