Marek se encuentra caminando por la avenida zilver, una de las más concurridas de su ciudad, toma este camino porque piensa que así llegará a su oficina más rápido aunque no le preocupa el horario realmente.
Mientras se desplaza va observando el pequeño dispositivo que le entregó Sky minutos antes, hasta que descubre que tiene una tapa por lo cual deduce que el verdadero dispositivo está dentro de lo que ahora es su envoltorio metálico, pero algo lo distrae.
En los cruces de la avenida hay una calle en la que un auto en el cual iba una madre con sus dos hijos camino a su casa cruza y se encuentra con dos asaltantes armados con pistolas que pertenecían a policías armados de esa ciudad.
Los gritos de los niños se escuchan a dos cuadras, pero ningún transeúnte o policía a la cercanía presta atención a esos gritos a pesar de que esa pequeña calle está medianamente concurrida.
Marek guarda el dispositivo en el bolsillo delantero de su jean y se dirige con serenidad al lugar de los hechos percatándose primero de la presencia de cámaras en los postes de luz aledaños al lugar de los hechos.
El robo no se ha concretado porque los agresores siguen extorsionando a la mujer para sacar todas sus cosas de valor de su cartera.
—Bajen las armas muchachos y dejen ir a la mujer con sus cosas y sus niños.—
Las palabras del pelinegro tomaron por sorpresa a los ladrones, puesto que nadie se les había acercado y agregando el hecho de que él estaba a tan solo medio metro de distancia de ambos.
Sin mediar palabra los dos hombres apuntan a Marek y este levanta las manos a la altura de sus hombros controlando la risa de su cara, sus armas estaban con el seguro puesto, ellos dispararon pero no salió nada de sus armas.
Sin perder tiempo el ojimiel toma el brazo del agresor más cercano a la mujer y le disloca el codo presionando con el canto de su mano hacia arriba.
El grito es desgarrador y el dolor están intenso que suelta el arma, su compañero de crimen trata de desbloquear el arma pero Marek en un ágil movimiento logra impactar su pecho con un codazo que deja al hombre sin aire, pero él no le da descanso y le saca su arma para luego con el dorso de su mano golpear su cuello.
— ¡Policía! ¡Deténganse ahí! — Se escucha un grito de un hombre uniformado de color negro que se acerca al lugar de los hechos.
Los dos agresores corren sin las armas y sin lo que habían tomado de la mujer, la cual se sube a su auto con sus hijos y sus pertenencias y huye de la escena despavorida.
— ¡Tarde, tarde! Dice el conejo blanco. — Exclama Marek al ver al policía, pero este no se quedó callado.
—Vengo por usted.—
— ¿Por mí? — El cuestionamiento viene acompañado de una expresión de incredulidad total que luego se transforma en indignación.
—Usted no puede reaccionar de manera violenta a un asalto, eso va contra la ley cosa que se añade a que si el monto de lo robado no excede los treinta mil créditos de gloria no puede perseguir al ladrón.
Con lentitud pero con una predisposición violenta Marek se acerca al policía hasta tenerlo unos centímetros. —En ese auto, oficial, iban dos niños y una mujer. Eso vale más que treinta mil malditos créditos de gloria.
—Usted va a venir conmigo a la cárcel del distrito, a esperar el veredicto de un juez.—
— ¿A la cárcel de distrito? Al único lugar a donde vamos a ir es a su unidad de policía a la zona donde se hacen las denuncias, porque oficial — Se toma el tiempo de ver el nombre de la placa —Josef, será denunciado por no cumplir su rol como protector del ciudadano.
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DISTOPÍA
Ficção CientíficaEn un mundo donde las fronteras se han desvanecido, los países se alzan como colosos continentales, erigidos sobre la ambición despiadada de un poder que busca igualdad a expensas de la libertad. En esta realidad cruel, los ciudadanos son forjados c...