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El trayecto estaba siendo más largo de lo que imaginaba, pero nada que una canción de Wiplash no arreglara.

Cada una de las tres mujeres en el auto se mantenían en sus propios asuntos. Raphaella conducía, Noah leía, y Allison miraba a través de la ventana mientras escuchaba música.

A esta última, le llamaba mucho la atención el gran paisaje que rodeaba la carretera. Las grandes canciones de Wiplash se reproducían a través de sus auriculares.

El silencio rodeaba el auto, pero este fue pronto interrumpido por Raphaella.

- ¿Qué lees? - preguntó a Noah.

Noah hizo un ademán con sus ojos para enseñar el título del libro.

- Chica, dime que no llevo mis gafas cerca - volvió a decir Raphaella.

Una pequeña discusión comenzó, una en la cual Ali prefería no meterse. Estaba completamente acostumbrada a peleas donde ellas dos eran las protagonistas, siempre la dejaban de lado y hacían como si no existiera, aún cuando ni siquiera estaban peleando.

Allison era como la hija no deseada, la hija que no se daban cuenta que estaba allí, que ni siquiera se preocupaban por ella, y lo peor era que Allison pensaba que eso ocurría en todas las familias del mundo.

Desde que era pequeña, le tocó acostumbrarse a ver a Noah con su padre, riendo, jugando y manejando juntos, mientras que Raphaella les cocinaba algo. Mientras que Allison tan solo se dedicaba a observar todo desde un pequeño rincón, la ventana de su habitación e incluso estando allí.

Noah tampoco era como que la quisiera mucho, realmente tenía un odio contra su hermana, como si ella hubiese sido la culpable de todo lo que había pasado con su padre. Así que tampoco la tomaba en cuenta.

La pelea se había vuelto insoportable ante los oídos y ojos de la castaña, estaba harta de la inmadurez de su hermana y de la insensibilidad de su madre. Quería aventarse por la ventana, era una lástima que no bajara la ventana.

Pronto, llegaron a una casa, que en vez de casa, era una gran mansión, algo que ni en mil años la castaña podría juntar.

El auto paro frente a la puerta principal de la mansión, donde se encontraban algunos sirvientes con unos uniformes realmente graciosos, y en medio de ellos se encontraba el famoso William.

Las únicas dos veces que había conocido al señor Leister, le había encantado, realmente era el hombre perfecto, pero no para su madre, el merecía más, y tan solo pensar eso hacia sentirla culpable al tener que pensar así de su madre.

Noah bajo del auto viendo como su madre corría como adolescente a besar a su esposo, así que se dispuso a tratar de bajar las maletas, siendo detenida por un señor llamado Martín, quien luchaba con ella para intentar cargar las maletas. Al final, Noah se dio por vencida y se encaminó a ponerse al lado de su hermana, tratando de tomar la mejor distancia de ella.

- Noah, Allison, es un placer verlas de nuevo - dijo Will con una sonrisa después de haberse tragado a su madre.

- No puedo decir lo mismo, lo siento - dijo Noah con desagrado.

Pero que mal educada. Pensó Ali.

- Yo solo quiero que te sientas como en casa y que puedas aceptarme como parte de tu familia.. En algún momento - dijo Wil tomándola de la mano.

Y una vez mas, Allison Moore, no existía.

Ella siempre se sintió excluida, ni siquiera era la verdadera hija de Raphaella, tan solo de su padre, pero Raphaella tuvo que hacerse cargo de ella.

Pronto, comenzaron a darles un recorrido a las chicas, o más bien, a Noah.

Al final del gran recorrido por la gran mansión, Raphaella se marcho dejando a Ali con Will.

- Tu habitación está justo al lado de mi hijo, Nick, supongo que ya Raphaella te contó sobre el, ¿Cierto? - comentó Will.

- Si, bueno, algo se sobre el - sonrió con amabilidad.

- Me da gusto, de hecho, el me ayudo a decorar y arreglar tu habitación - sonrió.

El me ayudo eso era lo único que se repetía en la cabeza de Ali, era claro que su madre no había ayudado en nada.

- Supongo que Raphaella tan solo se dedico a decorar la habitación de Noah, ¿Verdad? -

Will asintio con pena.

De alguna forma, William se sentía mal por la pequeña chica castaña, pensaba que ella no había recibido la mejor atención desde que era pequeña.

Alguna que otra cosa había sido comentada por su esposa.

Así que se había propuesto a tratarla de la mejor manera, hacerle saber que no estaba sola y podía confiar en él.

Will se encaminó a abrir la habitación. Esta era realmente grande, con colores rojos, verdes y azules claros, los colores favoritos de la chica. Al final de la habitación había un balcón que conectaba al de la habitación de al lado, por donde se podría pasar fácilmente.

La castaña sonrió emocionada al ver tanta ropa en el armario.

- ¿Te gusta? - preguntó William.

- ¿Qué si me gusta? - dijo sería - ¡Me encanta! - dijo dando uno que otro brinco de emoción mientras se acercaba a abrazar al pelinegro, quien la recibió con los brazos abiertos y una extensa sonrisa.

Después de unos minutos de agradecimientos, Will se marchó, dejando a la chica con una sonrisa.

Se acercó al balcón y observó la gran vista que tenía aquella casa, sin duda era genial.

- Tu debes ser Allison - dijo una voz a sus espaldas.

La castaña volteo y lo miró con una sonrisa, frente a ella, había un chico tremendamente guapo.

- Efectivamente, ¿tu eres Nicholas? -

- El mismo - sonrió.

Ambos miraron la gran vista que tenían en sus ojos. De un momento a otro Nicholas miro a la chica que tenía enfrente, observo sus ojos negros intensos, su cabello largo castaño, su tez brevemente bronceada, sus largas pestañas y sus mejillas un poco sonrojadas.

Ante los ojos del pelinegro, la chica era tremendamente hermosa.

Nada comparada a la chica de mala cara que había encontrado en la cocina.


ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴍᴏꜱ {𝓝𝓲𝓬𝓴 𝓛𝓮𝓲𝓼𝓽𝓮𝓻}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora