charlas de madrugada

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Eso había sido una mala idea. Jimin lo sabía muy bien.

Llegar a una fiesta a la que no había sido invitada y tirarle un vaso de alcohol encima a la chica más caprichosa y mimada de la ciudad incluso si no había sido adrede... sí, había sido una mala idea.

Sumándole a todo eso, intentar ahogar sus penas temporalmente en sustancias que dañan al hígado.

Jimin ya no quería estar allí. Era la primera vez que se sentía tan fuera de lugar en una fiesta. Es decir, había comenzado a salir desde los 15 años cada sábado para besar a cualquier chico mínimamente atractivo y olvidarse de lo patética que era su vida. Se suponía que un ambiente lleno de cuerpos adolescentes, alcohol, música, cigarrillos y hormonas era lo habitual para ella, y sentir que ya no pertenecía estaba haciéndole sentir una incomodidad que le extrañaba.

Ella sabía que después de lo que había dicho su ahora ex amiga las cosas nunca volverían a ser lo que eran. O tal vez las cosas nunca fueron como ella creía.

Ya no quería volver a verla, aunque le doliese en el alma. ¿Qué haces cuando le confías a alguien uno de tus secretos y luego te enteras que lo anda divulgando por ahí solo por las risas? Karina solo quería sacarse un peso de encima, y se suponía que los amigos estaban para escuchar, pero ahora había terminado sintiendo que cargaba con toneladas sobre sus hombros, un nudo en su garganta y algo similar a un corazón destrozado. Y miedo, mucho miedo.

—La rubia no habla mucho, ¿no? —preguntó uno de los ya borrachos amigos de Giselle, señalando con su mentón a Karina, que se encontraba bebiendo de su vaso con su espalda apoyada en la pared.

Giselle solo se dignó a soltar una risa y acotar:

—No creo que hoy esté de humor, a veces ella es así.

Karina observó la conversación con poco interés y rodó los ojos. Lo cierto era que estaba aburrida, y aquellos amigos de Giselle no habían logrado convencerle del todo. Se había cansado de esperar que sucediera algo divertido en la fiesta, entonces se decidió que ella iba a buscarlo si en 10 minutos algo no lograba entretenerla. Desde que habían llegado, Giselle estaba actuando necesitada de atención con ellos, arrojando chistes groseros al aire sobre Karina con el fin de que sus pares rieran. Pero ella ignoraba que era el blanco de los chistes de mal gusto, su amiga solo estaba muy borracha y creía que no lo hacía con intención.

—Eres muy bonita como para tener esa cara tan malhumorada —se acercó el pelirrojo, haciendo que Karina se sintiese incómoda derrepente.

—Alejate —amenazó, apoyando su mano en el pecho ajeno para empujarle sin éxito.

—¿Por qué? Yo puedo ponerte de buen humor.

Karina buscó con la mirada la salvación de su mejor amiga, que nunca llegó.

—Brad —chasqueó la lengua, risueña —, no creo que logres eso, si esta niña le juega al otro bando.

Fue la primera vez en toda su vida que sintió un dolor tan fuerte y punzante en el pecho.

—¿Qué has dicho? —Preguntó queriendo asegurarse de que lo que había oído era real. No podría ser real.

—La verdad, ¿no era que te gustaban las chicas?

—¿Eres una lesbiana? Bueno, podemos hasta invitar a una amiga mía y la pasamos bien los tres.

Karina permaneció mirando al suelo sin expresión. De repente, levantó la mirada, emitiendo una sonrisa sin mostrar los dientes. No iba a salir humillada de esa situación.

—No, Gigi, creo que me has escuchado mal. No soy lesbiana.

Después de todo, estaba acostumbrada a mentir.

with the years ticking by ☆ winrina/jiminjeongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora