Lección 4. Family

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El aura anaranjada del atardecer filtraba su luz a través de las exquisitas cortinas de la vasta ventana de la mansión de los Jeon y Tae Yeon, con sus ojos profundos y atormentados, se hallaba inmerso en aquel resplandor melancólico. Las hojas amarillas, que bailaban con el viento antes de posarse en el suelo, parecían llevar consigo el peso de aquellos recuerdos que deseaba olvidar. 

Sin embargo, atardeceres como éste, siempre solían abrirle aquella herida que nunca pudo cicatrizar y el torbellino de dolor y arrepentimiento, de decisiones tomadas y oportunidades perdidas hacía presa de él. Y es que hace más de veinte años, en esa misma sala y ante ese mismo panorama, no había tenido el coraje de enfrentarse a su destino, de proteger aquello que más quería. Y en su impotencia, solo pudo ser testigo de cómo su vida cambiaba de rumbo, mientras todo lo que amaba se desvanecía con el sol.

El fuerte sonido de unos tacones femeninos que se acercaban hacia la sala principal y se fundían con el tic-tac del reloj de pared que se encontraba junto al gran ventanal, lo sacó de sus cavilaciones y giró su atención hacia la figura que se acercaba mientras apretaba su mandíbula, preparándose para lo que pudiera suceder.

La mujer que iba vestida con un conjunto dos piezas de color ocre y zapatos negros, era la viva imagen de la elegancia y la autoridad. A pesar de que claramente había traspasado la barrera de los cuarenta, su belleza atemporal no mostraba signos de desvanecerse. De figura esbelta y cabello negro azabache que caía en cascadas por su espalda, se movía con la gracia y confianza de quien sabía que el mundo estaba a sus pies. Pero lo que más imponía era su mirada, afilada y fría como el acero, capaz de perforar el alma de cualquiera que se atreviera a desafiarla. Su porte altivo y su actitud despótica dejaban en claro su superioridad y riqueza, y era obvio que que no dudaba en hacer sentir su poder a aquellos que consideraba inferiores. Su orgullo era tan palpable como el aire que respiraba y su fortaleza, un manto que envolvía a todos a su alrededor.

—Tae Yeon, que sorpresa verte aquí...— Expresó la fémina con cierto fastidio que trató de disimular con una forzada sonrisa pero con poco éxito, mientras apoyaba una de sus manos en el respaldar del gran sofá que se encontraba frente a ella.

—No tienes que fingir conmigo Hye Ram— Respondió cortante, quien sabía muy bien que su presencia no era bien recibida por ella.

—¿Fingir? No se de que me hablas— la mujer se hizo la desentendida y empezó a juguetar con el borde de mueble que tenía a su alcance —Eres mi cuñado y siempre serás bien recibido en mi casa.

—Casa que pertenece a mi familia por si se te ha olvidado— Respondió el hombre tajante y sin quitarle la vista de encima.

Hye Ram sonrió de lado —Creo que a tí se te ha olvidado que también soy tu familia. Recuerda, soy la esposa de tu hermano y madre de tus sobrinos.

Tae Yeon respondió con ironía. —Te aseguro que hay muchas cosas que no he olvidado y lo sabes.

—Todo lo que hago es por el bien de esta casa— le cortó la mujer tranquilamente —Tu padre siempre lo supo, así como tu hermano. No sé porque tú no puedes verlo de la misma manera.

—Creo que los años han afectado tu memoria. —Increpó Yeon dando unos pasos hacia Hye Ram.

Ella sonrió incomoda ante lo que su cuñado acababa de decir.

—Veo que no has venido hasta aquí con la intención de pasar una tarde agradable con la familia.

Entonces Hye Ram se giró y dándole la espalda, empezó a caminar hacia el corredor que conectaba el salón con las otras estancias. Al verla alejarse, Tae Yeon decidió lanzarle la primera estocada.

La maestra de inglés I JJK +18 HeteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora