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CAPÍTULO CUATRO SILUETA DE VIGILANTE
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La habitación cortesía de los príncipes fue bastante generosa con una invitada como Daelena Targaryen, proporcionándole un cuarto de proporciones más que suficientes. No podía quejarse en lo absoluto respecto a las atenciones recibidas, discretamente había comenzado a bajar la guardia en comparación al momento de poner un pie en la isla, pues Rhaenyra se esforzaba en la hospitalidad.
Fue atendida con los mejores maestres a su disposición solo por un corte superficial accidental, Jacaerys se sintió culpable todo el día por el incidente mientras que Daemon solo repetía las consecuencias negativas con las que tendrían que lidiar cuando la reina consorte se entere que su hija menor llegó a su hogar herida. Cualquier situación era ideal para repetir que lo mejor era que la princesa Daelena se devolviera a Desembarco del Rey lo más pronto posible, impaciente por deshacerse de la presencia maldita de su sobrina, asumiendo los indeseables problemas que un Hightower es capaz de arrastrar atravesando mares de distancia. La buena noticia para la convivencia fue que los pronósticos eran favorecedores y nada alarmantes, el maestre Gerardys no tuvo necesidad de coser la piel de la princesa, simplemente tenía que mantener limpio el corte evitando infecciones, luego le aplicó compresas de manzanilla que horas después cambió por gel de sábila con propiedades antiinflamatorias e hidratantes apresurando la cicatrización.
