CHAPTER 3 Par 2

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El Gobernante Del Inframundo.

CHAPTER 3 Par 2

Deméter se sentía feliz.

Por fin había podido obtener a su hija de vuelta.

Por fin perséfone estaba de vuelta con su madre.

Ya no tendría que volver a bajar al inframundo, para convivir con el bastardo de Hades.

Ya solo la tendría para ella, y para poder cuidarla y ayudarla con todos sus problemas.

La diosa sonreía mientras caminaba por las calles del panteón griego.

Todos los dioses menores que la observaban, ganaban leves sonrojos por lo hermosa que se veía sonriendo.

Algunas diosas que eran un poco cercanas a la diosa agricultora, se sentían muy felices de verla por fin sonriendo.

Sin embargo, Deméter solo estaba concentrada en llegar a su templo donde su hija la esperaba.

"¿Hace cuánto que no tengo a Perséfone?" Pensó, deteniéndose enfrente de su templo.

Llevaba meses desde la última vez que tuvo a su hija para si sola, y para convivir con ella.

Pero desde hoy, la tendría para siempre para si sola y para ningún idiota más.

Exceptuando que ella crea lo suficientemente bueno al dios con el que deje estar a su hija.

Suspirando con satisfacción, la diosa de la agricultura ingreso a su casa feliz.

Al entrar, logro observar a su hija sentada en uno de los grandes sofas del lugar.

Su rostro parecía no mostrar ningún rastro de emoción.

Sus ojos opacos observaba fijamente la muralla enfrente de ella.

A su lado, una bolsa que contenía todas las cosas de perséfone.

Esto alertó a Deméter, la cuál se apresuró en llegar al lado de su hija.

Pero cuando llegó cerca de Perséfone, logro ver también que en su regazo sostenía una caja con fuerza.

Esta caja era de color negra, con un yelmo de color blanco en una de las cara de la caja cuadrada.

El Icor de Deméter se heló al ver la figura que representaba al dios del inframundo griego.

"¿Él había estado aquí?" Fue su primera pregunta hacia ella misma.

Pero la cuestión era que en ningún momento lo logro sentir cerca de su templo.

Pero No Obstante, mando esos pensamientos hacia la parte posterior de su cerebro y se preocupó más por su querida hija.

-¿Qué Sucedió, Perséfone?

La preocupación bañaba las palabras de Deméter, la cuál colocó una de sus suaves manos, sobre el hombro de la diosa que traía la primavera.

La Hermosa hija de la diosa de la agricultura, fue atraída por la suave voz de su madre.

Esto volvió a encender sus sentidos que con anterioridad se habían apagado por completo.

Moviendo su mirada apagada hacia su madre, susurro con dolor:

-Él en verdad ya no me ama.

Deméter no debía ser una adivina para saber de a quién se refería su hija al decirle esas palabras.

Sus puños se apretaron con furia.

Otra vez ese bastardo molestando a su hija.

Una feroz ira cegó momentáneamente su visión.

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