Capítulo 12.

290 16 9
                                    

Me acaricia la espalda con delicadeza. ¿Quién iba a decir que mi hermanastro malote sería tan mimoso? Sus manos, y lo que acabamos de hacer, provocan en mí una somnolencia tremenda. Hasta que Harry me zarandea ligeramente y besa mi cuello, avisando que deberíamos ir a casa. El sol está a punto de desaparecer, llevo horas aquí. Junto a él.

Cuando estoy a punto de agarrar el pomo de la puerta, Harry me abraza la cintura por detrás y empieza a acariciar mi cuello, mi mandíbula y el lóbulo de la oreja con sus labios. Sus manos acarician mi vientre por debajo de la camiseta, no puedo evitar jadear ante su tacto.

- Me lo he pasado muy bien. Espero poder repetirlo.- Asiento con la cabeza cuando sus dientes capturan mi piel de gallina.

- ¿Les dices lo mismo a todas?- Suelto sin alejarme de él. Sonríe contra mi cuello.

- No, no suelo repetir. Considérate especial.- Pongo los ojos en blanco.

- Claro, especial. Posiblemente te has acostado con todas las que me he cruzado en el bar.

- La verdad es que no, no me he acostado con nadie de aquí, sólo contigo.- Me doy la vuelta para mirarlo. Me empuja contra la puerta con esa mirada de conquistador.- Eres la única a quien le va este rollo de las chicas con las que me he acostado.- Se acerca a mis labios y los beso con desesperación. Me acerco más a su cuerpo, Harry gruñe en mi boca cuando nota el roce de mi cuerpo.

- Va a resultar que sí soy especial para ti. No hay nada más especial que ser tu hermanastra.- Le guiño el ojo, lo separo de mí y me voy, pasillo abajo, hacia el bar y hacia la salida.

Conduciendo hacia casa me tomo mi tiempo para pensar en lo que ha pasado hoy, un día muy original, no cabe duda. He ido a un club sadomasoquista, me he acostado con mi hermanastro colgada de unos grilletes y me ha pedido que la próxima vez sea su dominante. Todo muy normal, sí señora.

Después de soplar unas cuantas veces por la desesperación de no encontrar un mísero aparcamiento cerca de casa, me digo a mí misma que no piense más. Soy una chica libre, joven y soltera, ¿por qué no seguir con esta locura masoquista y pasármelo de puta madre? Cuando me aburra, anulo mi inscripción y se acabó. La otra parte es Harry, es mi hermanastro, pero me pone, le pongo a él, no estoy violando a nadie, así que voy a seguir con esto, me divertiré hasta que me canse.

Entro en casa, saludo a mi padre y a Ana, están preparando la cena. Y por alguna extraña razón, ya no me siento incómoda, me siento perversa, con ganas de jugar con lo prohibido y el secretismo. Quiero jugar con mi hermanastro, hacerle sentir incómodo en público y terriblemente excitado. Puede que sea algo difícil conseguir eso en el desvergonzado de Harry, pero pienso conseguirlo, será un reto interesante.

Subo a mi habitación para acomodarme en mi corto pijama, y cuando estoy lista bajo a cenar. Mi querido y sexy hermanito ha llegado y está poniendo la mesa. Me dedica unas cuantas miradas lascivas. Cuando está de espaldas y solo, me acerco y aprieto su entrepierna con mi mano sin previo aviso. Un gemido sale de sus labios, me aparto y lo dejo allí mirándome con ganas de más, mientras le dedico una sonrisa coqueta y chupo mi dedo. Lo tengo jadeando al lado de la mesa, acalorado y sonrojado.

Mi padre y Ana, interrumpen el sucio contacto visual que había entre nosotros, nos sentamos todos a cenar. Mis caídas seductoras de pestañas, calientan a Harry. Lo veo en su cara, está comiéndome con la mirada. Mi pie descalzo, se alza hasta la entrepierna del comensal de enfrente, de mi duro hermanastro. Empiezo a acariciar su erección y su cara se torna roja. Parece que nadie, excepto el y yo, se está dando cuenta. En un rato de tortura sexual, me detengo, y prosigo mi cena cómo si nada hubiera pasado. No le dedico ninguna otra lasciva mirada, y sé que eso lo calienta. Adora que lo ignore después de darle atención sexual.

Cuando termina la cena, no tarda nada en levantarse e irse hacia su habitación, necesita descargar el pobre. Poco después, cuando estoy segura de que no le faltará mucho para correrse, me levanto y voy hacia su habitación. Al abrir la puerta, hago el menor ruido posible. Se halla de espaldas a mí, sentado en la cama, gimiendo flojito. Subo por encima de ésta, dirigiéndome hacia su espalda. De inmediato se da cuenta de un nuevo peso en la cama y se da la vuelta. Su mirada llena de placer se centra en la mía, llena de lujuria. Se da la vuelta de nuevo y sigue masturbándose. Me acerco más, acaricio su espalda y lamo su cuello. Suelta un gemido más fuerte. Mi mano se desliza hacia dónde está la suya trabajando. Enseguida me ofrece el mando y empiezo a frotar.

- Cariño, ¿tan cachondo te he puesto en la cena?- No contesta y yo muevo mi mano duramente. Su cabeza se echa hacia atrás sobre mi hombro. Capturo su labio inferior con mis dientes, haciéndole gemir.- Córrete par mí, hermanito.- Gime más fuerte, está a punto. Suelto su erección y me rio en su oído.- No vas a correrte todavía, vas a esperar a esta noche.

- ¿Qué?- Pregunta desorientado.

- Voy a follarte esta noche, no vas a correrte hasta que yo te diga y ahora no será ese momento.- Capturo su boca y lo beso con pasión.

- Si me besas así voy a correrme sin necesidad de que me toques la polla, joder.- Ataca mi boca desesperado y me tumba sobre su cama, con su erección descubierta empujando en la fina tela de mis pantalones cortos. Me hace gemir.- Me gusta demasiado lo mala y sucia que eres.- Podría correrme sólo con escuchar eso de su boca. Pero no caigo en la tentación, lo aparto, me agacho para lamer toda su longitud y me marcho sonriente hacia mi habitación, a esperar que nuestros padres se vayan a dormir.

A medida que va pasando el tiempo me vuelvo más juguetona. ¿Qué pasará si lo dejo con las ganas y le prohíbo tocarse? De repente me parece una magnífica idea. Va a quedarse con dolor de huevos esta noche.

Escucho a mi padre subir hacia su cuarto, supongo que las pisadas contiguas son las de Ana. Cinco minutos después escucho mi móvil.

Harry: Ven, no puedo más.

Bea: Lo siento, hoy no vas a correrte. No puedes tocarte, tampoco voy a ir a tu habitación. Aguanta esa leche para mí, hasta mañana, cariño.

Harry: Acércate a la pared.

Obedezco algo extrañada y empiezo a escuchar sus gemidos, será cabrón, ni caso me hace y encima me lo restriega. Poco después se corre.

Bea: ¡Eso no se vale, te lo he prohibido!

Harry: Así tendrás excusa para castigarme. Pero no te hagas ilusiones, que cuando me toque a mí el control vas a ser más sumisa que nunca, voy a follarte a mi antojo.

Bea: ¿Castigarte? Escucha bien los gemidos que me doy a mi misma, cariño.

Harry: Cómo me pones, córrete apoyada en la pared, nena, cómo esa vez. Imagínate como te la metía esta tarde.

Y eso hago, me mimo en soledad, con la excitación de que mi hermanastro está escuchando detrás de la pared.

Lo primero es la familia. H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora