Capítulo 3.

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- Puta puerta.- Murmuro mientras intento meter la llave en la cerradura que se mueve como nunca.

Cuando consigo abrirla hago un baile de triunfo en medio de la oscura entrada de la casa. Seguro que doy risa con este baile de borracha que me acabo de marcar. Me da la risa y empiezo a reírme con las manos en la boca para no hacer ruido.

Empiezo a subir las escaleras poco a poco para no romperme los dientes contra un escalón. Llego arriba y lo primero que veo es la puerta de Harry, voy a molestarlo un rato. Mi cara refleja una sonrisa juguetona. Voy a calentarlo a ver cuanto dura en su propio jueguecito.

Entro por la puerta y me quito los zapatos torpemente, dejándolos junto a mi bolso, el cual es un misterio que todavía lo lleve encima. Me quito la blusa como puedo por la cabeza. Menos mal que está durmiendo, porque la forma de quitármela ha sido lo menos sexy que he podido hacer en mi vida, parecía estar peleándome con la ropa. Me acerco a la cama y me tropiezo con algo.

- Joder, cuanta mierda tiene este gilipollas por el suelo.- Digo algo alto.

- ¿Eh? ¿Qué haces aquí, Bea?- Pregunta con los ojos entrecerrados. Me subo a horcajadas sobre él y pongo mis manos en su torso desnudo, como siempre.

- ¿No te gusta mi visita, hermanito?- Hago un puchero y me inclino sobre él.

- Bea, coño, vete a tu habitación. ¿Estás borracha?

- Un poquito.- Me lanzo a su boca. Lo beso con pasión, eso pasa por intentar calentarme todo los días andando sin camiseta. Mis besos pasan a su cuello y lamo, chupo y muerdo su suave piel.- No parece que pongas mucha resistencia.- Sonrío y me aparto. Está mirándome fíjamente.- ¿Qué?

- Nada.- Se sienta en la cama, conmigo encima de su regazo y me atrapa los labios entre los suyos agarrándome de la nuca y de la cintura.

Gimo en sus labios cuando la mano que tiene en mi cintura me acerca a su erección. Pongo mis manos en su desordenado cabello rizado y lo acerco más a mi, gimiendo de nuevo.

- Shh.- Sisea Harry.- Me ponen que no veas tus gemidos, pero pueden oírnos.- Susurra en mis labios, introduciendo su lengua de nuevo en mi boca y deslizando sus manos en mis nalgas.

- ¡Joder!- Digo bastante alto al darme cuenta de lo que estoy haciendo. Me pongo de pie, recojo mis cosas y me voy a mi habitación sin decirle nada a Harry, dejándolo duro como una piedra en su cama.

¿Qué coño acabo de hacer? Acabo de ponerle los cuernos a Jaime, y no con cualquiera, sino con mi hermanastro, como si ponerle los cuernos no fuera suficiente, voy y cometo incesto. Si mi padre se entera, va a matar a Harry, va a divorciarse y va a echarme de casa. Pero yo no voy a decir nada, a nadie, y supongo que Harry no va a ser tan tonto de irse de la lengua.

Me pongo el pijama, peleándome con las telas y enfadada conmigo misma a niveles máximos. Me meto en la cama y sigo pensando en que soy una adúltera. Si Jaime se entera va a matarme junto a Harry, ni de coña le voy a decir algo. Pero, ¿podré vivir con estos remordimientos?

Me quedo dormida entre preguntas y respuestas de una mente de borracha. Mejor mañana pienso con más claridad.

Al despertarme me voy directamente a la cocina para darle agua a mi deshidratado cerebro. Mi sorpresa es ver cuantas personas están en mi puta cocina, es demasiado asimilar esto y saber como actuar con este dolor de cabeza. Harry está de pie junto a la nevera, sin camiseta, como no, en la mesa está Ana sentada junto a Jaime que me mira con ojos acusadores. Seguro que tiene unas cuantas cosas que reprocharme, pero supongo que no tendrá constancia de la más grave, besar a mi hermanastro.

- Buenos días.- Intento sonreír, pero solo me sale una mueca. Me voy directa a la nevera donde me sonríe Harry.

- Buenos días, hermanita.- Me tiende la mano y yo lo miro con confusión.- Toma, para la resaca.- Me da una pastilla y sale de la cocina.

Agarro una botella de agua y un yogur antes de sentarme en la mesa junto a Jaime. Ana se levanta y se marcha.

- ¿Te lo pasaste bien anoche?- Dice con cierto sarcasmo.

- ¿Ahora te dignas a hablarme?- Bebo agua sin mirarlo a la cara y me tomo la pastilla.

- Alucinante. En vez de pedirme perdón, te vas de fiesta, te emborrachas y ojeas a tu hermanastro sin camiseta. No te reconozco Bea.

- Primero, ¿pedirte perdón? ¿por qué? Segundo, no eres mi padre para decirme que hacer y que no, y tercero, yo no ojeo a nadie, no es mi problema que vaya sin camiseta, como si va en pelotas.- No es mi problema pero bien que le metí la lengua hasta la campanilla anoche, pienso arrepentida.

- Vete a la mierda, cuando te des cuenta de lo poco razonable que eres me hablas.- Se levanta, coloca la silla de una patada y se marcha.

- Pues ala, adiós, gilipollas.- Digo en alto cuando creo que estoy sola.

- No le has contado lo de ayer, lo cariñosa que eres ahora con tu hermanito.- Veo a Harry apoyado en el marco de la puerta.

- Que te den, eso fue un error y no va a salir de aquí, ¿vale?- Me levanto para marcharme pero cuando estoy a su lado me acorrala contra la pared y me besa hasta quitarme la respiración.

- ¿Un error? ¿Tú crees?- Vuelve a besarme y yo no me aparto, debo seguir borracha.- Me quedé con las ganas de follarte.- Susurra contra mis labios. Agarra mis piernas y me sube a su cadera, enganchando mis piernas a su cintura. Me empuja contra la pared y me aprieta su entrepierna a la mía, atrapando mi gemido con su boca.- Mira como me pones, hermanita.

Mis manos en su pelo lo acercan más a mí. Sus manos me masajean el trasero y se encargan de rozarme la entrepierna para mojarme más de lo que ya estoy.

Escuchamos un portazo y la voz de Ana avisando que va a ir a la compra, a ver si queremos algo. Harry se separa de mí al instante y me baja al suelo antes de marcharse y dejarme apoyada contra la pared desorientada por su erótico beso.

Lo primero es la familia. H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora