-°Dos bandos°-

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—Bien hecho, "Bro" —Todd se hallaba caminando al lado de Ambrosio, mirándolo con una expresión de pura ira y reproche —Tu noviecito asesinó a la reina y tu solo le cortaste el brazo. ¡Bravo!

El mencionado no dijo nada. Toda una guardia había recorrido la zona entera en busca de Ballister y se hallaban volviendo de su misión infructífera. El sol comenzaba a caer por el horizonte, proyectando largas sombras que le añadían un ambiente nostálgico al lugar. Y  Ambrosio no podía sentirse peor.

—Wow, qué maduro —Se limitó a responder, con su vista fija adelante y tratando de no derrumbarse en frente de todos los demás que lo acompañaban —Ya todos sabemos qué tu familia pagó para aprobar el último examén de caballería, no es necesario que lo demuestres con tus chistes tontos...

El castaño se limitó a poner los ojos en blanco y seguir avanzando hacía los dormitorios, aceptando aquella humillación, pero sin dejar de estar alerta ante alguna oportunidad para contratacar. Una vez que llegaron al pasillo en dónde estaban los dormitorios, encontró esa oportunidad. Así qué antes de que Ambrosio entrara a su cuarto decidió hablar.

—Entonces, Ambrosio...¿Ya te sientes arrepentido de haberle entregado tu corazón a la persona equivocada?

El rubio deseó abalanzarse hacía él para darle un buen golpe en ese mismo instante, sin embargo logró contenerse para canalizar su ira en agarrar con una fuerza excesiva la perilla de la fuerza, como si quisiera arrancarla y desprenderla de la puerta. Después de eso abrió y se apresuró a entrar, sintiendo la mirada de el resto de sus compañeros sobre él. 

Al estar por fin a solas, solo logró recargarse en la puerta y deslizarse poco a poco para terminar sentado sobre el suelo, con sus rodillas protegiendo su cuerpo mientras hacía lo posible para no llorar. No entendía que diablos estaba pasando. No entendía cómo Ballister había sido capaz de asesinar a la reina, simplemente no podía ser posible; no cuadraba, no era algo qué él haría.

Se sentía mareado y abrumado por tantas emociones y tantas preguntas sin respuesta; pero cómo caballero en jefe era su deber ir con la Directora para darle un reporte de la misión. Así que se limitó a pasar su mano por su cabello, levantarse y suspirar. No podía tardar mucho tiempo.

El camino a través del pasillo de los dormitorios pareció eterno, en especial cuándo pasó justo a un lado del cuarto de Ballister, haciendo que su corazón se rompiera un poco más al recordar todo lo que había pasado en el interior de ese cuarto.

Pero las cosas eran como eran y tenía trabajo qué hacer, por lo que tras un par de segundos de autocompasión contemplando aquella puerta, sacudió su cabeza y caminó directo a la oficina de la Directora. El par de guardias que escoltaban la entrada lo miraron con una expresión de pena  y extrañeza que podía sentirse incluso a través de sus cascos., lo que hizo un poco incómodo el ambiente antes de qué Piel Dorada entrara a la oficina.

—Directora, vengo para darle el reporte de la...búsqueda de Ballister  —Se obligó a decir, siguiendo el protocolo qué se le había enseñado.

La mencionada alzo su vistea de los monitores holográficos rápidamente mientras las apagaba y se levantaba de su asiento, prestándole toda su atención al caballero.

—¿Y bien? —Le cuestionó, con una ansiedad y preocupación notable en su voz —¿Lo encontraron? 

Ambrosio negó lentamente, sin saber si estar agradecido por no haberlo encontrado, o preocupado por haber fallado en su deber.

—No, Directora. Buscamos en cinco sectores, pero no hemos podido...

Justo en ese momento, la puerta de la oficina volvió a abrirse, revelando a un guardia que hablaba enérgicamente y con emoción.

—¡Directora, lo encontramos! —Anunció  —Esta arrestado, nivel diez.

Aquél guardia se fue tan pronto cómo llegó después de dar aquella noticia, dejando que ambas personas en la oficina la procesaran a su manera.

—¡Iré a hablar con él!

—¡No! —La Directora rápidamente lo paró —Ambrosio... No es seguro qué te acerques a él...Ya viste lo qué le hizo a la reina. El reino no puede arriesgarse a perder a un descendiente directo de Gloriana... Al menos hasta qué sepamos qué es seguro hablar con él.

—No. Directora, lo conozco... El jamás me haría daño, lo sé...

—También pensábamos que sería incapaz de matar a la reina... Y sin embargo lo hizo, enfrente de todos. —Al ver qué el caballero dudaba, añadió —Se qué te puede costar un poco creerlo por la cercanía que había entre ambos, lo entiendo; pero es inútil negarse a los hechos, Ambrosio.

El rubio pareció pensarlo un par de segundos, cómo si dos partes de su mente estuvieran en conflicto y no supiera que hacer. Sin embargo, al final decidió quedarse.

—Yo... ¿Al menos le dirá qué estoy preocupado por él?

La Directora asintió con una sonrisa que intentaba ser reconfortante mientras salía del lugar, directo para hablar con Valentoni. 

Mientras tanto, el caballero se quedó ahí, con su cabeza hecha un caos y sin saber exactamente qué hacer. Era cómo si su corazón y su mente se estuvieran dividiendo en dos; entre la necesidad de cumplir su deber y ser el caballero qué todos necesitaban que fuera, o hacerle caso a esa parte suya que le decía de forma insistente que Ballister no era el asesino qué todos decían.

Estaba tan sumido en sus pensamientos, qué le sorprendió darse cuenta de que habían pasado varios minutos, por lo que decidió salir de ahí para caminar y despejarse  un poco, con la esperanza de ponerle fin a su dilema. Sin embargo, su sorpresa fue enorme al escuchar una voz bastante familiar.

 —¿Sabes qué? ¿Por qué no hacemos todo a tu manera? ¡Hay que matarla a ella! ¡A él! ¡A todo el mundo!

—...¿Ballister?

—Ambrosio...

—Salud.

Solo entonces, el rubio dirigió su atención a la niña a un lado de él, con una mirada de extrañeza al no reconocerla. La cosa empeoró cuando, en medio de el silencio incomodo qué se había creado, la niña los observó a ambos antes de exclamar algo aún más extraño qué ese "Salud".

—¡Ahhhh! ¡Némesis!

—¿Némesis? ¿Pero qué?...

 El sueño me esta matando, pero lo valió por completo jajsjs :>  



Whispering in his earDonde viven las historias. Descúbrelo ahora